Con la llegada del verano la actividad en los aeropuertos crece exponencialmente. Por desgracia, turistas y ciberdelincuentes se reparten el protagonismo a partes iguales.
La Agencia Europea de Seguridad Aérea pronostica que los sistemas de aviación de este continente tendrán que hacer frente a más de mil ciberataques cada mes. Es un dato alarmante, pero no sorprendente. La tendencia a facilitar los trámites de los usuarios y la reducción de los presupuestos de TI son dos factores que se suman para reducir la seguridad efectiva de los sistemas y de los datos. En este punto, es necesario ser conscientes de que se debe priorizar la protección de las infraestructuras críticas, a menudo bastante antiguas.
No hay lugar para la complacencia. Lo primero que debe hacer cualquier organización atacada es alertar a las autoridades y a las entidades competentes de su sector, a fin de evitar la extensión del daño. Una colaboración estrecha con los proveedores tecnológicos también servirá de ayuda a la hora de descubrir vulnerabilidades con mayor rapidez y de implementar las soluciones y procesos adecuados. Asimismo, a medida que las empresas continúan desplegando un mayor número de servicios y las aplicaciones y protocolos continúan evolucionando, los responsables de la arquitectura de las redes y de la seguridad de las organizaciones deben garantizar que estos servicios ofrecen una visibilidad total de la naturaleza de los ataques, para poder así actuar de forma inmediata.
No hay lugar para la complacencia
Si la frecuencia de los ataques dirigidos a infraestructuras críticas crece es porque los ciberdelincuentes están cada vez mejor armados y cuentan con más recursos. Ante esta situación, para que las organizaciones puedan mantener la seguridad de los datos que son vitales para su negocio, deben actuar en tres frentes: incrementar su capacidad de vigilancia, implementar las soluciones de seguridad adecuadas y añadir inteligencia a sus sistemas.