Sin saber cómo ni por qué, me vi con Google como página de inicio de mi navegador y lo que es más curioso que, transcurrido un tiempo, casi el cien por cien de la empresa había dejado de utilizar Yahoo, Altavista, Lycos o metabuscadores del estilo de WebCrawler, tan en boga a principios de la década.
Google se metió en nuestras vidas actuando como una plaga, como un producto ya típico de la nueva economía del siglo XXI, en la que el contagio viral funciona como un auténtico resorte. Desde entonces, la empresa creada por Sergey Brin y Larry Page se encargó de incrustarse en nuestra vida organizando la publicidad, los contenidos, las noticias, los mapas, y todo tipo de información que pueda ser útil para la empresa y para el ciudadano. Pero a su vez toda la ayuda ha supuesto por otro lado un terremoto que ha hecho temblar los diferentes modelos de negocio de las economías, por decir algo, tradicionales. Han cambiado las reglas del juego, el consumidor adquiere el poder y su opinión impacta en las organizaciones (el famoso prosumidor). También toca a fin el mercado de masas y la unidereccionalidad del mismo. El mercado es una conversación (Manifiesto Cluetrain), la comercialización pasa a un segundo plano. Se ha pasado de la escasez a la abundancia, y la distribución ya no es garantía de éxito. En suma, hemos evolucionado a un concepto de la empresa como eje de comunidades sociales haciendo uso de plataformas abiertas. Estos son los puntos de partida del exitoso libro de Jeff Jarvis, ‘Y Google, ¿cómo lo haría?’, sobre el que volveremos en otra ocasión.
![Rufino Contreras](https://img.computing.es/wp-content/uploads/2023/05/21195139/chufi-156x88.jpg)