Repasando las tribunas de los presidentes y consejeros de las principales compañías del sector TIC español, que se incluyen en nuestro anuario Computing, resulta más que evidente que las reglas de la evolución tecnológica ya están muy definidas, y no parece probable que el puzzle ya montado se vaya a desmoronar en un plazo digamos lejano. Me refiero a que todas las voluntades trabajan hacia la misma dirección que no es otra que aquella que dicta el cloud computing, la consumerización materializada en el BYOD, las apps de negocio, el social business, las smart cities…
Estas son las grandes tendencias que marcan la hoja de ruta, y que tanto consultores como expertos ponderan a veces hasta la exageración. Las TI se están ‘commoditizando’ (palabra estrambótica de imposible traducción) y esto tiene dos lecturas al igual que el concepto de la botella medio llena y medio vacía. La versión optimista viene, cómo no, de parte de la oferta. Estas tecnologías nos sacarán de las crisis, nos permiten bandear la situación con presupuestos exiguos, recortan gastos, nos facilitan la vida, permiten hacer llegar la información a todos los empleados, nos hacen más competitivos… en suma, nos abren el camino hacia el éxito. Y puede ser, aunque nunca está de mal utilizar el modo adversativo para contrarrestar toda esa carga de marketing que intencionadamente llevan consigo estos mensajes triunfalistas.
Ahora repasemos la versión cuando menos escéptica, que siempre viene encarnada en unos usuarios que conocen el paño y dudan de los elixires mágicos. El cloud computing recorta gastos, no en todos los casos y a veces conlleva problemas de seguridad que no pueden ser asumibles, especialmente en entornos donde se aplican políticas y normativas demasiado estrictas. El Bring Your Own Device no es el jardín de las delicias: si no se pone sobre la mesa un plan que aborde las buenas prácticas, puede degenerar en un pandemonium de dispositivos variopintos, conflictos con los empleados y complicaciones a la hora de configurar y soportar los dispositivos. El resto de tecnologías también pueden mostrar contraindicaciones en casos concretos. Pero lo que es cierto, es que es un torrente tecnológico imparable, al que nadie debe ni puede sustraerse.
