Nos encontramos en un momento crucial de la historia, testigos de la revolución que la inteligencia artificial está suponiendo para la humanidad. Directivos de todos los sectores, conscientes de que esta carrera solo acaba de empezar, instan a sus equipos a desarrollar estrategias de IA que impulsen la innovación y mantengan la competitividad. Sin embargo, para traducir estas promesas en realidad, se requiere un enfoque radicalmente nuevo que se aleje de las limitaciones de la infraestructura existente. Y aquí es donde entra en juego la supercomputación.
Es innegable que los entornos de nube tradicionales se han quedado rezagados en términos de optimización de las cargas de trabajo derivadas de la integración de soluciones de IA. Los actuales entornos cloud fueron concebidos en una época que demandaba una arquitectura de escalabilidad horizontal, diseñada para admitir diversas cargas de trabajo mediante el uso de una parte de un servidor diseñado para múltiples propósitos. No obstante, frente a las exigencias específicas de la IA, esta arquitectura heredada muestra limitaciones evidentes en tareas como el entrenamiento de modelos de IA a gran escala.
Supercomputación e IA
Así ha dado comienzo la siguiente fase de la revolución digital, en la que la convergencia entre supercomputación e inteligencia artificial ha emergido como una fuerza impulsora detrás de avances significativos en la resolución de problemas complejos y del desarrollo de modelos de IA más precisos. Este matrimonio tecnológico no solo representa una oportunidad, sino un imperativo estratégico para impulsar el progreso y satisfacer las crecientes demandas de la industria.
Las supercomputadoras permiten, entre otras muchas cosas, aprovechar al máximo tanto las unidades de procesamiento gráfico (GPU) como las unidades centrales de procesamiento (CPU) simultáneamente, agilizando el proceso de entrenamiento y ajuste de modelos de IA. Es en este contexto que HPE ha decidido marcar la diferencia. Hemos sido líderes en el mercado de supercomputadoras durante las últimas tres décadas, y esta experiencia nos ha permitido comprender la necesidad de evolucionar hacia soluciones más específicas y eficientes para abordar los retos de la IA y las cargas de trabajo intensivas en datos.
Los entornos de nube tradicionales se han quedado rezagados en términos de optimización de las cargas de trabajo derivadas de la integración de soluciones de IA
No obstante, es imperativo no olvidar que a medida que ampliamos el acceso a la inteligencia artificial, el consumo energético y su impacto ambiental es mayor. Para el año 2028, el aumento en las cargas de trabajo de inteligencia artificial requerirá aproximadamente 20 gigavatios de energía en los centros de datos. Los clientes necesitarán soluciones que no solo ofrezcan un nuevo estándar de eficiencia energética, sino que también minimicen el impacto ambiental asociado a su huella de carbono. Por ello, en HPE estamos comprometidos a ofrecer una supercomputación sostenible, diseñada específicamente para abordar desafíos a gran escala de la IA, con el objetivo final de alcanzar la neutralidad de carbono para el año 2030.
En este sentido, hemos seleccionado instalaciones de colocación que cuentan con una arquitectura especialmente diseñada para hacer funcionar nuestros superordenadores con fuentes de energía casi 100% renovables, y nuestras soluciones incorporan capacidades de refrigeración líquida, capaces de impulsar mejoras de rendimiento de hasta el 20% por kilovatio en comparación con las alternativas refrigeradas por aire, al mismo tiempo que consumen un 15% menos de energía. De hecho, gracias al uso de esta técnica, gran parte de los diez superordenadores más eficientes del mundo están fabricados por nosotros.
En HPE creemos firmemente que la convergencia entre supercomputación e inteligencia artificial no constituye simplemente una tendencia; más bien, representa un cambio de paradigma. Y estamos decididos a liderar esta transformación al ofrecer soluciones que no solo abordan las necesidades actuales, también anticipan y satisfacen demandas futuras; siempre con una idea clara en mente: el progreso tecnológico debe avanzar al mismo ritmo que la sostenibilidad.