El retrato robot de un líder de una compañía podría ser el siguiente: una sólida formación sobre los negocios, ser experto conocedor del mercado, un excelente gestor y un estudioso de la naturaleza humana para administrar el talento de su compañía. Pero sobre todo, en una época de Big Data informativo, debe ser un magnífico comunicador y saber vender las ideas y proyectos de su firma.
El sector de las Tecnologías de la Información se ha destacado por contar con algunos CEO de una talla descomunal, capaces de traspasar las fronteras de la industria y aparecer en la prensa generalista y en los soportes audiovisuales de mass media. Ante todo hay dos colosos que ya no forman parte del sector, Bill Gates (el segundo hombre más rico del planeta según Forbes con un patrimonio de 61.000 millones de euros y un filántropo activo) y Steve Jobs (cuyo legado es el de un liderazgo tecnológico desmedido, un ejemplo de cómo montar un negocio y que sean tus propios clientes quienes te hagan la publicidad).
Y es que algunos de los favorecidos por los dioses han sido los propios fundadores de sus compañías e inspiradores de sus tecnologías. Tal es el caso del inefable Larry Ellison, creador de Oracle, que ha protagonizado episodios propios de su espíritu excéntrico: comprar barcos y aviones, ser campeón del mundo de velero… Ellison, que en los últimos tiempos se prodiga menos en el candelero, representa esa raza que va camino de su extinción. Un CEO TIC no puede ser políticamente incorrecto, su imagen en ningún momento puede dañar el prestigio de la compañía, como sucedió con Apotheker o Mark Hurd. Ahora se buscan directivos que representen en cuerpo y alma a su empresa, que trasladen una imagen que agrade al ojo fiscalizador de los accionistas. Meg Whitman, con su aire de madre entrañable y esposa modélica, es un espléndido ejemplo.