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Regular la IA en Europa
La tecnología ha evolucionado a pasos agigantados en los últimos años, tanto, que algunos podrían afirmar que se ha impuesto el libre albedrío en este sector con avances como el de la inteligencia artificial y su acelerado crecimiento, factor clave para entender la difícil tarea de regularla. Además, teniendo en cuenta cómo está afectando la tecnología al mercado laboral, era cuestión de tiempo que la ciudadanía pidiese cambios y, en efecto, la nueva normativa europea representa un cambio de paradigma para la fuerza laboral del futuro. Por todo ello, su acelerada evolución, el desconocimiento general de sus peligros y los vacíos legales que han empezado a surgir era necesario su regulación.
Nueva ley de IA europea
La Unión Europea es uno de los organismos internacionales más pioneros en temas de innovación normativa. De hecho, la nueva ley europea sobre la Inteligencia Artificial no es la primera vez que Europa se coloca delante del resto de agentes implicados en la economía mundial por estar a la vanguardia regulatoria. En anteriores ocasiones, siendo conocedora de su responsabilidad, la UE realizó regulaciones vanguardistas como la Ley de Mercados Digitales, la Ley de Restauración de la Naturaleza o la de Bienestar Animal. En este caso, no ha sido distinto y siendo consciente de que la inteligencia artificial iba a ser uno de los actores principales en la competencia mundial, ha decidido tomar cartas en el asunto, por lo menos y de momento, en el continente europeo.
Es buena para la competencia mundial la ley de IA europea
La Unión Europea ha dado un gran paso normativo al pactar la primera ley del mundo sobre cómo pueden utilizar empresas y organismos la inteligencia artificial, aunque hay que considerar que este no es el definitivo, ya que, como destacaron algunos implicados en el acuerdo, es provisional, y al texto le queda un largo camino administrativo por delante. Aun teniendo esto en cuenta, es una acción atrevida del continente con el objetivo de allanar el camino a futuras normas globales para una tecnología omnipresente, desde herramientas como ChatGPT hasta incluso detección de fraudes bancarios o procedimientos quirúrgicos. Pero ¿que representa esta ley para el resto de la competencia mundial?
Europa frente a China y EEUU
Las dos principales potencias del mundo, Estados Unidos, con más de 500.000 empresas tecnológicas en su tejido económico, y China, también han comenzado a tomar cartas en el asunto tecnológico. Estados Unidos por su parte, ya había firmado el pasado mes de octubre una amplia orden ejecutiva sobre inteligencia artificial y lo más destacable de esta es que los principales desarrolladores de IA deberán compartir los resultados de sus pruebas de seguridad y otra información con el gobierno.
Se ha de recordar que la ambición de la nueva norma de la Unión Europea no es ser una ley más sobre tecnología como han podido hacer otros países si no establecer un marco legal completo.
En el caso de China, el país asiático también ha publicado una orden con “medidas provisionales” para gestionar la inteligencia artificial generativa (sistemas como ChatGPT) que solo se aplicará a los modelos de IA que estén disponibles para todo el público. También en el continente asiático, Japón ha desarrollado un borrador que tiene la intención de aplicar una regulación que promueva el uso de IA para su desarrollo en el país pero que, a la vez, solucione los problemas de copyright y protección de datos personales.
Un marco legal completo para la IA
Así, conociendo las características principales del resto de normativas desarrolladas por otros países queda preguntarnos, ¿la ley europea supone una ventaja o una desventaja para el continente? No deja de ser una manifestación de uno de los debates más antiguos desde el comienzo de la era de Internet, innovación frente a regulación. Se ha de recordar que la ambición de la nueva norma de la Unión Europea no es ser una ley más sobre tecnología como han podido hacer otros países si no establecer un marco legal completo.
De esta manera, estar a la vanguardia de la innovación regulativa supone un esfuerzo extra para el continente, pero también una oportunidad para adaptarse antes a la futura realidad global que no será efectiva hasta finales de 2026, cuando se dé la entrada en vigor de la ley europea.