La adopción de la IA ha dejado de ser una palabra de moda para convertirse en un imperativo estratégico para cualquier empresa. En todos los sectores, organizaciones públicas y empresas ven el potencial de la IA para mejorar la eficiencia, la toma de decisiones e impulsar el crecimiento económico y el desarrollo social. Al mismo tiempo, la proliferación de casos de abusos en el uso de esta tecnología en ámbitos muy diversos ha puesto de manifiesto la necesidad de llevar a cabo la regulación de la IA.
Por ello, hace meses que la Unión Europea trabaja en un proyecto de Ley de Inteligencia Artificial, que promueve un concepto de IA “responsable”, que sirva para mejorar nuestras vidas, y que tendrá su aplicación en empresas que suministran o utilizan sistemas de IA en el mercado de la UE independientemente de dónde tengan su sede. Y es que, a diferencia de las innovaciones previas, la IA cuenta con una naturaleza global.
Regulación de la IA
Más recientemente, hemos conocido el acuerdo de las grandes potencias mundiales en torno a la regulación del uso y desarrollo de la IA.
La conocida como Declaración Bletchley, firmada por 28 gobiernos de todo el mundo entre los que están EE.UU., la Unión Europea y China, busca crear planes para medir, monitorizar y mitigar capacidades potencialmente dañinas de esta tecnología.
La Unión Europea avanza en su proyecto de Ley de IA y gobiernos de todo el mundo suman fuerzas en la Declaración de Bletchley para frenar sus riesgos
Sin embargo, toda esta vertiginosa evolución y legislación de la IA choca con la realidad de las empresas.
Si bien, recientes estudios de mercado sitúan a España como uno de los tres países más optimistas sobre la incorporación de la IA en el trabajo, por detrás de Brasil e India; muchas empresas dispuestas a introducir y experimentar con la IA ven frenados sus deseos por el miedo a los requisitos normativos y la incertidumbre de a qué deberán enfrentarse para cumplirlos.
No cabe duda de que la evolución normativa que poco a poco vamos viendo en la regulación de la IA va a contribuir a esclarecer esta incertidumbre y acelerar su introducción en las empresas generando una transformación de los entornos de trabajo.
Por eso, no hay que precipitarse en su despliegue, y es importante iniciar el ciclo de adopción con pequeños proyectos que demuestren beneficios y un retorno de la inversión en el corto plazo, y siempre bajo fuertes parámetros de seguridad y ética.
Así, contar con un partner que entienda la regulación y sea capaz de integrar la capacidad de la IA con la realidad de cada empresa, puede ser crucial en una adopción exitosa.
