Las empresas creen conocer a sus consumidores más de lo que en realidad saben. Es una de las conclusiones de un estudio sobre el comportamiento del cliente digital. Esta afirmación me insufla un soplo de optimismo, pues todavía pervive ese reducto de independencia que debemos preservar a toda costa ante el acoso de las inteligencias artificiales y los motores de Internet. Algo similar sucede en las elecciones generales, los votantes suelen guardarse para sí sus intenciones reales y las encuestas quedan en evidencia, muy lejos de los propósitos reales de los ciudadanos. La tendencia de estas tecnologías invasivas es penetrar en nuestra mente, conocer nuestros deseos más íntimos y ser capaces de predecir nuestras inclinaciones con relación al consumo. Las empresas venden esta circunstancia como un servicio de valor añadido, ya que ahorran a las personas las incomodidades (que al parecer son muchas e insoportables) de dirigirte a un establecimiento, mirar escaparates o probarte ropa en vestuarios inmundos, rozándote con seres de tu misma especie.
Te ahorran todos los suplicios del mundo para que consumas sin mover un músculo, te traen la hamburguesa a casa gracias a una aplicación pintona, pero debajo de la alfombra de esta digitalización, un ciclista a veces sin un contrato claro y sin papeles suda la gota gorda para llevar a tu domicilio el pedido bajo cualquier inclemencia del tiempo. La hiperpersonalización que proclaman es tenerte libre de preocupaciones, atado a tu móvil, y no te mojes por si llueve. Me da la sensación de que quieren encerrarnos en una hornacina, en una burbuja digital en la que nos alimentemos a base de tarjeta de crédito y de exabruptos en las redes sociales. No quieren que salgamos de casa, todo nos encamina hacia un mundo virtual o metaverso en el que deambulemos sin agujetas ni penalidades. ¿Nos convertiremos en zombies digitales inmunes a los problemas reales? Porque la dura realidad es no llegar a fin de mes, es una juventud sin futuro, es la guerra… Pero claro, en nuestro ciberespacio particular estamos a salvo de cualquier tormenta.