Desde estudiante me ha llamado poderosamente la atención la convivencia entre diferentes castas sociales a lo largo de la historia, en un tenso equilibrio donde las desigualdades han hecho asiento, y ni las grandes revoluciones han sido capaces de terminar con las diferencias, en algunos casos las han agudizado. En tiempo de los clásicos ya se hablaba de patricios y siervos, que en la Edad Media se trastocaron en nobles y clérigos y campesinos. Más tarde vendrían burgueses y villanos, capitalistas y proletarios…
La historia de la humanidad se sigue basando en esta dicotomía de perdedores y ganadores que solo el gran crecimiento de la clase media a finales del siglo XX pudo establecer nuevos niveles de contrapeso, con una gran mayoría con acceso a la sociedad del bienestar al menos en Occidente. La crisis y la pandemia han vuelto a romper la baraja, y los extremos crecen mientras que la clase media sufre una erosión preocupante.
Con la inteligencia artificial los presagios se tornan oscuros en cuando a creación de empleo; siempre hay voces optimistas que aseguran que la destrucción de empleo provocada por la IA será compensada por mucho con los cientos de miles de nuevos empleos que se podrán generar con el uso de las nuevas tecnologías. Una afirmación que permítanme me haga dudar, y si para colmo la industria se viene quejando como gran mal endémico de la falta de talento y de conocimiento digital, con el auge de la IA este desfase se puede disparar exponencialmente. Siguiendo el esquema social de Aldous Huxley donde el alfa son la clase dirigente y los épsilon, los encargados de las tareas repetitivas y serviles, podría decirse en un hipotético reino de la IA que la hegemonía correrá a cargo de las clases tecnócratas y los robots sustituirán a los más desprovistos de cualidades. ¿Asistiremos a una especie de dictadura de los individuos cualificados mientras que los no cualificados podrán verse relegados a la inoperancia y la beneficencia social? Está por ver cómo se reconfigurará un mundo donde corremos el riesgo de vernos sometidos por visiones populistas asentadas sobre deepfakes y verdades cocinadas en el horno de las redes sociales.