El humanismo se trataba de un movimiento artístico y filosófico que colocó a la persona en el centro de todas las cosas. En la segunda década del siglo XXI, nos enfrentamos a una serie de complejidades que podrían llevarnos nuevamente a esa oscuridad, por lo que, una vez más, es fundamental situar a la humanidad en el centro. Sin embargo, si manejamos adecuadamente estos desafíos, especialmente a través de la tecnología, podemos convertir estas dificultades en oportunidades para que el conjunto de la sociedad y el planeta avancemos.
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Qué es humanismo tecnológico
En este contexto, surge el concepto de humanismo tecnológico como una respuesta a estos desafíos y como una opción para enfrentar los riesgos derivados de la creciente incertidumbre que amenaza con un retroceso colectivo en diferentes ámbitos. La tecnología puede desempeñar un papel relevante al contribuir a un desarrollo responsable, sostenible y coherente de la sociedad y sus actividades, fomentando el progreso humano y mejorando la calidad de vida de las personas.
Dentro de las complejidades del entorno actual, destacan la acelerada transformación digital, el aumento en la sofisticación del ecosistema tecnológico, la escasez de profesionales en Tecnologías de la Información, la emergencia climática y un contexto económico hostil marcado por conflictos como la guerra en Ucrania, la inflación y los efectos posteriores a la pandemia.
Transformación digital
La transformación digital es un proceso imparable que exige a las empresas acelerar la digitalización de sus modelos de negocio y entornos operativos. En este sentido, la tecnología puede ofrecer soluciones tanto a organizaciones como a ciudadanos para mejorar el mundo, facilitando relaciones, impulsando negocios, investigando, compartiendo, mejorando y aprendiendo, siempre desde una perspectiva humana. El humanismo tecnológico sitúa a las personas en el centro del proceso de transformación digital.
Ecosistema tecnológico
El ecosistema tecnológico sigue evolucionando rápidamente con tecnologías como el Internet de las cosas (IoT), la movilidad inteligente, la ciberseguridad, el 5G, la Inteligencia Artificial y los servicios de baja codificación (low-code), entre otras, basadas en la nube y centradas en la experiencia integral. Esta complejidad se suma a la escasez global de profesionales en Tecnologías de la Información, cuya atracción, formación y desarrollo representan uno de los principales desafíos económicos en general debido a la fuerte dependencia de la tecnología. Por lo tanto, es necesario situar a las personas en el centro de este proceso de transformación, fomentando su desarrollo y formación continua, y garantizando la inclusión de todos los grupos en la sociedad digital.
La emergencia climática es otra complejidad que requiere una respuesta urgente. Las empresas y organizaciones, tanto públicas como privadas, pueden encontrar en la digitalización diversas alternativas para reducir su impacto en el medio ambiente. En este sentido, el humanismo tecnológico puede contribuir a la sostenibilidad y la responsabilidad social corporativa, promoviendo valores que impulsen infraestructuras más eficientes y menos contaminantes, así como el desarrollo y uso de herramientas que faciliten directamente el cuidado del planeta y el bienestar de sus habitantes.
A todo esto, debemos añadir las crecientes tensiones geopolíticas que se manifiestan en conflictos armados como el de Rusia y Ucrania, así como en la escalada de tensiones entre grandes potencias como Estados Unidos y China.
Ante estas complejidades, el humanismo tecnológico promueve la igualdad de oportunidades y el respeto a los derechos humanos, contribuyendo así a la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Debemos apostar por una tecnología que coloque a las personas en el centro y que sea un medio para construir un mundo más justo, sostenible e inclusivo.
La tecnología desempeña un papel cada vez más relevante en nuestro entorno y en los distintos entornos, ya sean en la esfera privada, pública o profesional, y debemos asegurarnos de que su impacto sea positivo y beneficioso para el conjunto de la sociedad. Apostar por el humanismo tecnológico implica recuperar los valores que nos hacen humanos y promover prácticas sostenibles y éticas a través de la tecnología. Las organizaciones pueden contribuir a que la tecnología sea una herramienta al servicio de las personas, en lugar de que las personas estén al servicio de la tecnología. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de garantizar que la tecnología se utilice para promover el bienestar y construir un mundo mejor y más justo para las generaciones futuras.
La tecnología no debería ser un fin en sí misma, sino un medio para mejorar la calidad de vida y promover el desarrollo de toda la sociedad, dentro y fuera de las organizaciones. En este sentido, el humanismo tecnológico puede ser la respuesta a las complejidades del mundo actual y también una oportunidad para que construyamos un futuro en el que la competitividad y los valores respetuosos se retroalimenten de forma positiva y den un impulso al bienestar de personas y el planeta.