La tecnología y, en concreto, la inteligencia artificial, están entrando en los bufetes con una fuerza irreversible que lo transforma y mejora todo. Las mayores transformaciones que está trayendo la IA al sector legal se están produciendo en la gestión de los procesos de debida diligencia, en la investigación jurídica y en las relaciones con el cliente, logrando una mayor eficiencia, precisión y permitiendo más tiempo para la asesoría estratégica.
El sector legal puede parecer uno de los más analógicos del panorama empresarial actual, pero lo cierto es que evoluciona y se adapta constantemente. Y, como el resto de empresas, los despachos se enfrentan a algunos retos comunes: por un lado, la demanda de los clientes por una mayor eficiencia de costes obliga a las firmas a replantear sus estructuras financieras; por otro, el panorama regulatorio -su core de negocio- está evolucionando a un ritmo sin precedentes, forzando a los abogados a intensificar su formación continua y capacidad de adaptación. A esto se suman desafíos específicos del sector como las enormes fluctuaciones en la carga de trabajo, que genera presión en los equipos y afectan a la eficiencia operativa, así como la guerra por el talento, que en España, y en toda Europa, es cada vez más feroz.
En los últimos años hemos visto cómo el sector legal avanzaba hacia la transformación digital en distintas fases. Primero surgieron herramientas de machine learning, que extraían datos pero que a menudo se quedaban cortas. Después, aparecieron las primeras soluciones de IA que, si bien prometían mucho, aún carecían de fiabilidad e incluso llegaron a generar referencias a jurisprudencia falsa. Ahora estamos entrando en una fase más madura en la que las herramientas de IA son mucho más fiables y los profesionales legales han aprendido a utilizarlas de manera eficiente. No tardaremos en ver cómo esta tecnología se integra de manera natural en los procesos de las firmas jurídicas convirtiéndose en una extensión del equipo.
Sí, la IA ya está transformando los despachos optimizando los procesos y reduciendo ineficiencias para permitir a los abogados y asesores jurídicos centrarse en tareas de más valor. Tomemos como ejemplo el trabajo administrativo, que representa una parte significativa en los despachos: planificación para el desarrollo de negocio, revisión de facturas, formación en nuevas áreas legales, etc. Estas tareas suelen consumir mucho tiempo, pero con la ayuda de la IA pueden agilizarse considerablemente.
Así, el papel tradicional de los abogados ya está cambiando. La inteligencia artificial se está convirtiendo en la herramienta principal para generar borradores de contratos, informes jurídicos e informes de due diligence, mientras que los humanos están dedicándose cada vez más a refinar, validar y aplicar el juicio legal. Y es que uno de los grandes beneficios que aporta en este sector es su capacidad de búsqueda y análisis. El abogado dedica una gran parte de su día a día a la investigación, revisión y evaluación de grandes cantidades de documentos, algo que la tecnología puede hacer a una velocidad significativamente mayor, mejorando los tiempos de entrega y garantizando mayor transparencia, lo que reduce la posibilidad de disputas sobre las horas facturadas y refuerza la relación con los clientes.
Sin embargo, tareas como la toma de decisiones, la asesoría estratégica y la representación en juicios seguirán requiriendo la experiencia humana. La IA puede aportar eficiencia, pero la última palabra debe ser del abogado, asegurando que se respeten los matices éticos, el contexto y las necesidades específicas de cada cliente.
Los abogados también deberán adaptarse. Su expertise legal seguirá siendo esencial, pero en un entorno impulsado por la IA, su éxito dependerá de su capacidad para formular preguntas eficaces, evaluar críticamente las respuestas que les da y afinar sus conclusiones. Comprender las fortalezas y limitaciones de la IA será tan importante como conocer la propia ley. Tengamos claro que no se trata de reemplazar a los abogados, sino de potenciar su trabajo. El futuro no será la automatización total, sino la colaboración efectiva entre abogados, clientes… e IA.