La visión del directivo: Ante el desafío de retener a las nuevas generaciones

Por Francisco Javier Latasa, Presidente de VASS.

Publicado el 06 Mar 2019

Francisco Javier Latasa Presidente de VASS.

2019 es un hito muy especial para VASS, cumplimos 20 años y lo afrontamos con el orgullo de unos padres que miran a su hijo y ven cómo ha crecido. Hemos pasado de ser una empresa de una sola persona en 1999 a un grupo de más de 110 millones de euros, con más de 1.600 personas operando en 10 países, pues acabamos de abrir oficinas en Benelux y Andorra, pero sobre todo, somos la empresa de capital 100% español líder en soluciones digitales. Además de grandes expectativas, tenemos grandes retos y para mí el principal en el sector digital, hoy en día, es el de la gestión del escaso talento disponible, problema que afecta, no solo a nuestro país, sino a la mayoría de los países desarrollados y que se fundamenta en factores como una pirámide demográfica invertida, una escasez de vocaciones tecnológicas y una desigual adecuación entre la preparación universitaria y lo que el mercado demanda.

Salen de nuestras universidades cada año poco más de 5.000 profesionales de las TIC, 5.144 en 2017. Un número insuficiente. Según el INE, en 2018 hay 11.679 empresas cuya actividad principal son los servicios TIC y que podemos calificarlas como compañías consolidadas, al tener una antigüedad superior a ocho años. Si incluimos a empresas jóvenes -muchas de las cuales son microempresas- el número se eleva a 33.444. ¿Por qué el sector no crece más? La respuesta es clara: falta capital humano. Y ante esta situación, ¿qué podemos hacer las empresas basadas en el talento?

Cambio social

Vivimos un cambio de era social. La tecnología ha transformado nuestra vida y está cambiando nuestra sociedad, nuestra forma de convivir y de relacionarnos. Quiero incidir en cómo este cambio de sociedad afecta y mucho a cómo gestionamos nuestros recursos, nuestras personas, nuestro talento. Hasta hace no tanto, los empleados de las empresas eran principalmente mano de obra necesaria para producir, pero mucha de esta mano de obra se ha ido trasvasando hacia el mundo de la sociedad del conocimiento y es, a final del siglo XX y principio del XXI, cuando los grandes empleadores de personas han pasado a ser sectores de servicios y, especialmente, del tecnológico. Durante este tiempo bastaba con ofrecer una buena carrera, un buen sueldo y una buena formación, ahora no basta con esto para conseguir atraer y retener al mejor talento del mercado. Ofrecer dinero y poder ya no es atractivo para la inmensa mayoría de las personas ¿Por qué? ¿Cuáles son los factores clave para la gestión del talento hoy?

Conviene incidir en dos cuestiones o inercias que modifican completamente las expectativas de las nuevas generaciones. En primer lugar, la esperanza de vida ‘con calidad’ se alarga. Además, la sociedad del bienestar (hablo de Europa, gran parte de América y parte de Asia) hace que la gente tenga cubiertas las necesidades fundamentales y, sobre todo, que perciba su vida de otra forma, más ociosa, más despreocupada y no para dedicarla solo al trabajo. El trabajo es un instrumento para conseguir el bienestar necesario para disfrutar de la vida, no al contrario. Este pensamiento que puede parecernos lógico hoy en día, desde luego no era el de mi generación y menos aún el de nuestros padres y abuelos. Nuestros jóvenes perciben la vida, las relaciones sociales y el trabajo de una forma muy distinta a como nosotros lo hacíamos y entenderlo es fundamental, para poder resolver la cuestión de cómo podemos atraer el mejor talento a nuestras empresas.

Además de grandes expectativas, tenemos grandes retos, el principal en el sector digital es la gestión del escaso talento disponible

Avanzamos hacia un mundo donde lo más importante para las empresas no es el valor de la acción y ganar dinero sino qué papel juegan en la sociedad y qué riqueza y bienestar comparten con ella. Las empresas, antes, se debían a sus accionistas en primer lugar y ahora deben invertir el orden y enfocarse primero en sus clientes, luego en sus empleados y en la sociedad en la que operan, incluidos proveedores e instituciones. Una empresa debe ser activa socialmente, devolver a la sociedad, no lo que toma de ella, sino mucho más. Las empresas que se limiten a mirar el valor de la acción irán perdiendo ese atractivo.

Las generaciones de trabajadores actuales y futuras solo querrán trabajar en empresas socialmente responsables, que garanticen unos valores de honestidad, igualdad de oportunidades y derechos y que apliquen un capitalismo inclusivo consciente (como definen en su libro ‘Capitalismo Consciente’ John Mackey y Raj Sisodia) y donde puedan sentirse plenamente satisfechos de que el trabajo que desempeñan está teniendo una repercusión en la sociedad que les rodea. Los directivos del sector debemos entender esta situación y adaptar nuestras empresas, cultura y forma de interactuar con la sociedad para mantener ese atractivo. Los que no lo hagan, se quedarán fuera de la lista.

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Redacción

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