En los tiempos felices anteriores a la crisis, y siempre con presupuestos ascendentes, tanto el parque de hardware como el de software estaban actualizados y disfrutaban de las últimas mejoras en seguridad y de las nuevas funcionalidades que incrementaban la productividad en organizaciones y empresas. Cuando empezaron a limitarse los presupuestos, la primera medida fue alargar la vida útil del equipamiento instalado, prolongando los contratos de soporte, bien con el propio fabricante o bien con terceros. De esta forma, incrementar a 4 ó incluso 5 años la vida de un PC no implicaba entonces ningún problema de obsolescencia.
Desgraciadamente los tiempos de recortes se alargaron más de lo previsto y en algunas organizaciones públicas y privadas existen en la actualidad parques de PC con una edad media de 6 ó 7 años, o en algunos casos incluso mayor.
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