La Industria ha sido y es la actividad económica que emplea y transforma los recursos naturales en las fábricas -ya sean materias primas o fuentes de energía- para producir productos semielaborados. Una definición que ha evolucionado con la irrupción del concepto Industria 4.0, y que marca distancias con aquella Primera Revolución Industrial que tuvo lugar en el siglo XIX y que vio surgir las fábricas manufactureras.
Después hubo una Segunda Revolución Industrial y hasta una Tercera que alcanza hasta los inicios del siglo XXI. A partir de ese momento, el impacto tecnológico y la transformación de este sector en los últimos años ha derivado en esa Cuarta Revolución Industrial o la llegada de la Industria 4.0, término que acuña en 2016 Klaus Schwab, el fundador del Foro Económico Mundial.
El economista alemán ya vaticinaba que estábamos “al borde de una revolución tecnológica que modificará la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos”. Estas palabras se han visto refrendadas por la velocidad, el alcance y un impacto sin precedentes de las tecnologías ligadas a la Industria 4.0.
Industria 4.0 o la cultura de la innovación
Cuando se abordan los procesos de transformación que emprenden los diferentes sectores, se encumbran los pasos que abordan algunos como la Sanidad o la Banca; cuando hay que tener bien presente a la Industria y cómo ha sabido adoptar tecnologías inteligentes que han propiciado una cultura de innovación: IoT, edge computing, analítica, robótica, digital twin, Machine Learning o la inteligencia artificial como principales exponentes.
Tampoco hay que olvidar que la implantación de tecnologías ligadas a la Industria 4.0 incide en la satisfacción de las expectativas de las empresas, en el desarrollo sostenible y en el empleo.
La implantación de tecnologías ligadas a la Industria 4.0 incide en la satisfacción de las expectativas de las empresas, en el desarrollo sostenible y en el empleo
Los cambios introducidos durante las revoluciones industriales siempre han afectado al mercado laboral y a las competencias requeridas de los empleados; lo mismo puede decirse de la revolución que conlleva la Industria 4.0.
Sin embargo, la revolución actual tiene como objetivo aumentar las capacidades humanas mediante la aplicación de nuevas soluciones y, contrariamente a la opinión popular, hay que alejarse de la idea de que se produce la sustitución de personas; más bien, algunos roles se están redefiniendo, mientras que otros se están creando.
La Industria ya es digital y es de los máximos exponentes del enorme potencial que tiene, apoyada por tecnologías disruptivas que allanarán el camino para la llegada de nuevos modelos de negocio y para la colaboración entre humanos y máquinas.