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Revolución industrial
La evolución tecnológica siempre ha representado un factor determinante para la transformación y el desarrollo empresarial de cualquier sector. Sin ir más lejos, actualmente vivimos los primeros años de la denominada Cuarta Revolución Industrial o ‘Industria 4.0’, marcada por la imparable adopción de la tecnología para la digitalización de los negocios. Una digitalización en auge respaldada por fuertes inversiones públicas y privadas, en un contexto de interés general por la tecnología absolutamente disparado.
La implantación de nuevas tecnologías y soluciones avanzadas impacta de forma evidente y muy positiva sobre objetivos corporativos de primer nivel como la mejora de la productividad, la identificación y generación continua de eficiencias, la sostenibilidad o el cuidado por la calidad de productos y servicios finales
JAVIER GARCÍA CERRO
Pero la digitalización en sí misma no es el fin, es el medio. La implantación de nuevas tecnologías y soluciones avanzadas impacta de forma evidente y muy positiva sobre objetivos corporativos de primer nivel como la mejora de la productividad, la identificación y generación continua de eficiencias, la sostenibilidad o el cuidado por la calidad de productos y servicios finales.
Industria 4.0
En particular, para aquellos negocios con actividad productiva dentro de su cadena de valor, los beneficios que dibuja esta Industria 4.0 marcan la hoja de ruta a corto y medio plazo. Según el informe ‘Global Industrial Manufacturing CEO Outlook’ que acaba de publicar KPMG en febrero 2024, los CEO de grandes fabricantes industriales señalan que “la digitalización y la conectividad serán su principal prioridad operativa para este 2024, a fin de alcanzar sus objetivos de crecimiento”.
Este tremendo foco de atención ha obligado a incorporar términos ligados a la tecnología y la innovación a casi cualquier conversación de negocio. No resulta extraño que tecnologías como el 5G, el Internet de las Cosas (IoT), la automatización de procesos, la robótica, la impresión 3D o la realidad extendida hayan pasado a desempeñar un papel protagonista en la gran mayoría de proyectos a emprender.
Democratización de la IA generativa
Por supuesto no podríamos dejar fuera de este listado a la Inteligencia Artificial (IA), que disfruta su momento de máximo esplendor e interés. Aunque aún pueda ser vista como una ‘recién llegada’ por el gran público y en otros sectores de actividad, su concepto y aplicación no son novedad en ámbito industrial. Dicho esto, no es menos cierto que la democratización de la IA generativa ha supuesto un importante revulsivo para que muchas compañías traten de acelerar su implementación en distintos escenarios de trabajo y casos de uso, desde las fábricas hasta los puntos de relación con cliente. Para muestra, en elmismo informe se destaca que el 69% de los CEO “manifiestan que la inversión en inteligencia artificial generativa estará en lo más alto de las prioridades de inversión de su empresa para rediseñar sus procesos, repensar las experiencias e interacciones con los clientes y, en última instancia, aumentar la eficiencia y la agilidad”.
Industria inteligente
Sin duda, esta apuesta estratégica acercará a buena parte del sector al deseado paradigma de la ‘industria inteligente’, otra forma habitual para referirnos a la Industria 4.0. En este sentido, para dotar de cierta inteligencia a una planta lo primero que se necesitarán son datos relevantes con los que trabajar; muchos datos. Recogidos cada vez en mayor volumen (de más fuentes, con mayor recurrencia), el análisis y explotación de estos datos con distintos modelos de IA resultará fundamental para generar información de auténtico valor.
Como otros muchos procesos que estarán presentes en esa futura industria inteligente, ya a día de hoy la recogida de datos y su posterior tratamiento presentan ciertas exigencias tecnológicas de base para poder ejecutarse de forma eficaz. A destacar, por un lado, la necesidad de comunicaciones seguras y garantizadas para conectar a trabajadores y un número ingente de sensores y puntos de información; además, muchos procesos críticos y las labores just-in-time suman requisitos muy específicos de seguridad (y ciberseguridad), alta velocidad o bajas latencias. Por otro lado, recursos dedicados en Cloud e, incluso, computación en el Edge para acercar el procesamiento con IA a las propias instalaciones.
Monitorizar activos y sistemas
Con esta base asegurada, a partir de la monitorización continua de activos y sistemas ya se pueden plantear algoritmos de Machine o Deep Learning (ML/DL) capaces de analizar desviaciones y patrones de rendimiento para inferir anomalías más allá de lo obvio,generando avisos de interés o alertas anticipadas. Esto resulta de mucha utilidad a la hora de predecir problemas de rendimiento futuro o prescribir mantenimientos puntuales de máquinas. Así, gracias a estos modelos se consigue minorar costes debidos a revisiones periódicas, además de evitar roturas, mermas y potenciales paradas de líneas de producción.
Una tecnología que claramente se verá potenciada por la IA será la visión artificial (AV). El procesamiento de imágenes y vídeos en tiempo real sirve para dar respuesta a múltiples casos de uso: vigilancia de espacios físicos, control de riesgos y ergonomía de operarios, lectura masiva de códigos/etiquetas, procesos de calidad y validación de productos… En este caso, los avances en IA permitirán robustecer las soluciones actuales y atacar escenarios aún más complejos. Se ganará también en agilidad de desarrollo ya que los tiempos de entrenamiento en fases iniciales y los debidos a ajustes o mejoras posteriores se verán reducidos significativamente gracias al aprendizaje automático inherente a muchos modelos.
IA y gemelos digitales
En su conjunción con la IA, también serán clave para la Industria 4.0 los gemelos digitales, réplicas virtuales de realidades físicas (procesos, productos o entornos completos) que se nutren de la monitorización de recursos y la integración de los sistemas implicados para conformar una valiosísima herramienta de control industrial y gestión remota. Pero no ‘sólo’ eso. Con un enganche tan directo con su gemelo físico, las redes neuronales permitirán realizar simulaciones realistas para, por ejemplo, analizar alternativas y ofrecer recomendaciones de trabajo sobre escenarios potenciales. Por tanto, los gemelos digitales bien trabajados con IA soportarán decisiones de negocio con información, previsión y mayor garantía de éxito.
Otro campo tecnológico que avanza a pasos agigantados es el de la robótica (drones, brazos articulados, AGVs, AMRs…), refiriéndonos con esto tanto a su increíble evolución en el tiempo como a su creciente presencia y relevancia en fábricas y centros logísticos. Por esta razón, muchos expertos creen que el futuro de la industria pasa por intensificar la colaboración entre robots y trabajadores humanos (robots colaborativos o cobots). En ese nuevo escenario de simbiosis, con supervisión humana la IA será la encargada de orquestar la operación de miles de máquinas y robots autónomos para obtener el máximo rendimiento posible en cada proceso, con especial atención por la sostenibilidad del sistema. Se abre la puerta a la siguiente fase evolutiva, la de la futura Industria 5.0, quedesde un punto de vista ético pretende convertir a la tecnología en la gran aliada del hombre para explotar sus capacidades, no sustituirlas.
Futuro sostenible
En definitiva, tenemos por delante años apasionantes para el mundo industrial. La capacidad transformadora de la tecnología impulsada ahora por el poder de la Inteligencia Artificial nos depara cambios inimaginables para la nueva industria inteligente. Más eficiente, más sostenible, más segura, más flexible; capaz de predecir demandas cada vez más variables y adaptarse con rapidez a las mismas; más robotizada, pero a la vez más humana… La ‘revolución inteligente‘ no ha hecho más que empezar, y sólo cabe preguntarse ¿dónde estará el límite?.