Con esto de la inteligencia artificial yo me debato en dos polos opuestos, como ese péndulo infinito que no para en su viaje hacia el equilibrio, y según las fuerzas que ejercen presión me voy de un lado para otro, pero sabiendo que mi posición nunca va a ser fija. El blanco y negro no es compatible con la IA, y los dogmatismos ya sean de sus entusiastas como de sus detractores tampoco me valen para poder visualizar el retrato más fidedigno de lo que se nos viene encima. El ángel de la IA me susurra al oído ideas sugerentes como curación de enfermedades, predicción de terremotos y desgracias naturales, mayor seguridad frente a los ataques del mundo oscuro, autoconducción cuasi perfecta de coches futuristas, un mundo de ocio espectacular, experiencias inolvidables a través de una sicodelia sin drogas, etc.
Mientras me dejo llevar por el delirio rozando la hiperestesia, entra en acción el diablo de la IA y me eclipsa la cabeza con martillazos de realismo trágico: adiós al empleo, ¿nos quedaremos los humanos relegados a mirar obras que, por cierto, construirán máquinas androides?; el final de nuestra relevancia dentro de la escala profesional, ¿seremos meros vigilantes de los cálculos cuánticos de prodigiosas máquinas futuristas? ¿O funcionarios atrofiados sin necesidad de memorizar datos que para eso están las máquinas?… ¿Vagarán muchedumbres de inadaptados por una orbe elitista y discriminatoria? Trato de restar importancia a este cúmulo de nubes negras. Supongo que todos estos ajustes tardarán tarde o temprano en realizarse y la humanidad seguirá como siempre su curso (o más bien su deriva). También solemos echar el muerto a los sesgos de las máquinas, pero si en tantos siglos de historia documentada no hemos sido capaces de acabar con las guerras, ni con la esclavitud, ni ganar la batalla por el respeto de los derechos fundamentales de las personas, tampoco es plan echarle a la IA toda la responsabilidad de un destino que siempre estará marcado por las diferencias sociales. Yo no sé si amo u odio la IA, yo creo que ambas cosas, como tantas contradicciones del ser humano.