Una pregunta que parece inquietar más a los analistas y proveedores TIC que al propio responsable de Sistemas, que bastantes luchas intestinas tiene que abordar como para preocuparse de algo tan evanescente. ¿El shadow IT es una puñalada trapera, o el resto de los directivos tienen derecho de adquirir tecnología sin la aquiescencia de Sistemas? Las interpretaciones de Penteo apuntan a que el departamento del CIO se diluirá en unos años dentro de la organización, que cada vez será más líquida.
El CEO empieza a tomar las riendas de las Tecnologías y ya entiende de Big Data, cloud o digital business. Mientras el CIO busca su sitio como los personajes de Pirandello, las empresas modifican sus estructuras para adaptarse a los nuevos tiempos competitivos. Las zonas de confort se nos caen de las manos y cada cual se agarra a su profesionalidad y capacidad de innovar como tabla de salvación. Al analista, al consultor y al proveedor TIC en general, les preocupa cuál va a ser el nuevo reparto de fuerzas en los negocios digitales, pues necesitan saber quiénes van a ser sus interlocutores más válidos a la hora de cerrar las propuestas de negocio.
Para ellos también supone un trauma que el CIO se vea desplazado en la adquisición de Tecnologías de la Información. Siempre es más fácil negociar con un portavoz de confianza curtido en las artes de las tecnologías y avezado en la vanguardia que tener que verse con advenedizos con una visión cuando menos diferente de la ortodoxia. Los nuevos clientes, fruto de la cultura Generación Y, son más exigentes y caprichosos, no entienden que existan barreras que impidan implementar tal o cual herramienta en aras de una ideología corporativa de la que se sienten ajenos.
Prefieren sacrificar su bolsillo para poder acceder a los dispositivos que creen merecer por derecho propio. El CIO actual tiene que lidiar con todos los frentes y dar gusto a dos tipologías de cliente, al conformista de Windows 7 y al incondicional de las tabletas y las redes sociales. Independientemente de los augurios, al CIO siempre le quedará ese papel de regulador del uso de la tecnología y de director de orquesta. La pega es que no le guste la nueva música.
