Ya ha sucedido con diferentes innovaciones que han ido dejando en la cuneta a un rosario de cadáveres como el ferrocarril de vapor o los carros de tiro. Pero en el caso de las Tecnologías de la Información, la siniestralidad es más acusada por el frenesí de la competencia y la innovación. En el camposanto tecnológico yacen sin epitafio WordPerfect, Newton, el IBM Personal Systems, el OS/2… todos ellos desplazados por sistemas rivales más eficaces y adaptados al momento, como siguiendo las reglas definidas por Darwin sobre la evolución de las especies.
De hecho, la killer application es un término aceptado por el común de los usuarios, porque son ellos en masa los que consiguen perpetrar el ‘crimen’. Y la gran killer application ha sido sin duda el smartphone, esa navaja suiza que concentra en pocas pulgadas un teléfono, Internet, correo, linterna, reloj, cronómetro, cámara y todo un conjunto de opciones multimedia. Amén de un acceso a una ingente cantidad de aplicaciones tanto de negocio, productividad personal y de ocio que se brindan en su mayoría gratuitas (o a un módico precio) en el Play Store de Android o en el Apple Store. Y son precisamente estas aplicaciones móviles las que han salido recientemente a la palestra, porque según algunos expertos “tendrían los días contados” debido al empuje de los chatbots.
Se habla de que el mercado del smartphone está saturado y que un ejército de aplicaciones nunca llegarán a conocerse y perecerán al final de listas. Al parecer, el 90% de las aplicaciones existentes tendrían esa categoría de ‘zombies’. No obstante, un grupo selecto de apps seguirán estando en la primera línea de los móviles por mucho que se empeñen los agoreros. No acabaron las app con las páginas web como advertían algunos hace unos años y tampoco vivimos en la era post-PC que preconizaban los Gartners de turno. Todavía hay esperanza frente a las killers applications.
