OPINIÓN

Incógnitas de un futuro energético y tecnológico



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La tecnología avanza exponencialmente, y la regulación debe encontrar un difícil equilibrio entre la demanda energética, la sostenibilidad y el estado de la técnica

Publicado el 10 nov 2023

Manuel España

Director de TMU en Sopra Steria



coche gasolina

La protección del Medio Ambiente y la inversión en energías renovables han sido las protagonistas de la reflexión en torno al mercado energético durante la última década. Se trata de un debate candente que intenta conjugar cuestiones que parecen irreconciliables, como la búsqueda de un futuro más sostenible, la realidad de las necesidades de los ciudadanos y organizaciones y las posibilidades técnicas de cada momento histórico.

La polémica de las energías renovables

Hubo un momento en el que la presión en la Unión Europea por parte de Alemania y Francia, entre otros, provocó que se etiquetaran como energías verdes al gas y la energía nuclear. Son muchos los que ahora apuestan por un futuro donde el hidrógeno vaya desplazando progresivamente al gas tradicional, aún a pesar del coste que conllevará adaptar la estructura de generación, almacenamiento y suministro. Y si hablamos de electricidad, en paralelo y a nivel industrial, vivimos inmersos en una transición de proporciones mayúsculas en el ámbito de la automoción, donde los vehículos eléctricos, híbridos recargables o híbridos de cualquier naturaleza, copan las ventas y los sueños de los productores.

Vemos como la regulación, de forma bastante imperceptible para el ciudadano, está marcando el futuro del automóvil. Disponer de un vehículo con la etiqueta “cero emisiones” en las grandes capitales se ha convertido hoy en una garantía para poder desplazarse. Los técnicos llevan años diciendo que no hay en la naturaleza suficientes materias primas para sustituir una porción simple del parque móvil mundial por vehículos eléctricos. Del mismo modo, reportan que los vehículos híbridos, con baterías de autonomía de entre 60 y 120km, deberían ser el grueso de la oferta. La parte más contaminante de la cuenta global de emisiones de los vehículos que utilizan combustibles fósiles, son los desplazamientos diarios en las grandes ciudades, tramos “cortos”, de no más de 20 o 30 km y que podrían hacerse fácilmente en modo eléctrico, enchufándose en los domicilios, centros de trabajo, de ocio, de salud, etc. Bajo este modelo, la combustión se dejaría exclusivamente para largos desplazamientos.

Qué son los ecombustibles

Y para hacer más complejo aún el escenario, aparecen en juego también los ecombustibles, de efecto neutro para el medio ambiente, ya que en su generación se consumen cantidades comparables de CO2 a las que se generan durante su consumo, por lo que no incrementan los gases nocivos en el aire. Mientras algunos fabricantes los proponen para los coches nuevos más allá de 2035, gracias a la cláusula de excepción para los coches que funcionen exclusivamente con e-fuels en la Unión Europea, otros apuestan por los estos para descarbonizar los coches ya en circulación.

Una propuesta técnica

Sin embargo, en el afán por reducir el impacto de los gases contaminantes, a veces, la regulación se encuentra por detrás de las sugerencias realizadas por la técnica, sin haberla alcanzado todavía, ya sea por cuestiones burocráticas o por la necesidad de estudiar a fondo la cuestión antes de plantear una propuesta normativa. Así, encontramos en el mercado vehículos extremadamente caros con baterías para largas distancias en paralelo con otros con motores de combustión de enorme potencia que, por llevar una pequeña batería suplementaria, son etiquetados como híbridos.

Una regulación que tiene que respetar ese difícil equilibrio entre la demanda energética de empresas y particulares, un futuro medioambientalmente sostenible y el estado de la técnica

Legislación de las energías renovables

Del mismo modo, pareciera que, en el mercado energético global, pasara algo similar. Hay una voluntad evidente y necesaria de apostar por las energías renovables, la transición ecológica y un futuro energético sostenible. Sin embargo, la armonización entre las necesidades reales y actuales, el futuro que todos queremos y lo que la tecnología nos ofrece, implica un balanceo en extremo sensible. Y es aquí donde entra, de nuevo, en juego la regulación. Una regulación que tiene que respetar ese difícil equilibrio entre la demanda energética de empresas y particulares, un futuro medioambientalmente sostenible y el estado de la técnica.

La tecnología avanza, y lo hace exponencialmente y a niveles y ratios nunca vistos antes, también en el mercado energético. Nuestra labor como técnicos es la innovación, el encontrar nuevos recursos y caminos para explotarlos. Caminos que, amparándose en criterios científicos y de viabilidad, sean una referencia de sostenibilidad, tanto medioambiental, como social.

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