El directivo, cuya empresa ha dedicado este año 70 millones en este capítulo, señaló que “dejar de invertir en tecnología por la crisis es un error” y exigió “desgravaciones fiscales a las empresas que innoven”. Brufau también aconseja a las empresas que aborden planes estratégicos tecnológicos que estén vinculados a su negocio y “trabajar tanto el corto y medio plazo de la actividad corporativa como el largo plazo vigilando las tecnologías que se van a imponer en el futuro”.
En la última década la inversión en I+D+i se ha multiplicado por cuatro “y ya supone el 1,2 por ciento del Peso Interior Bruto de nuestro país”, especificó Brufau. De la misma forma, el número de investigadores ha crecido pasando de un ratio de 4,9 por cada 1.000 empleados en 1995 a 9,6 en 2006, el 35 por ciento del cual proviene del sector privado”. Sin embargo, el promedio europeo se sitúa en el 1,76 por ciento.
Todavía estamos lejos de los objetivos del Consejo Europeo de Lisboa en 2000 “para que Europa se convierta en la economía del conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de un crecimiento económico duradero acompañado de una mejora cualitativa y cuantitativa del empleo” y que marcan como listón el tres por ciento del PIB comunitario para I+D en 2010.
El presidente de Repsol habló de la necesidad de “crear capital humano cualificado, transferir el conocimiento al sistema productivo, y reforzar el binomio público-privado para poder llevar la innovación al tejido industrial”. Otro punto importante es la necesidad de saber gestionar la innovación sabiendo “a qué dedicar los recursos limitados, con disciplina operativa, disponer de un equipo de investigadores creativos y motivados”. En última instancia, Brufau, ponderó la importancia de las ayudas públicas de I+D+i “por su efecto tractor” y su carácter internacional. De hecho el VII Programa Marco de la CE contempla un presupuesto en innovación de 50.500 millones para el periodo de 2007-2013, de los que 9.100 millones irán destinados al sector TIC.
