Tras los irremediables retrasos sufridos por la pandemia, finalmente este año se ha cerrado la subasta del espectro en la banda de 700 MHz cuya disponibilidad debería contribuir a mejorar la cobertura en interiores y avanzar hacia el objetivo de cubrir amplias zonas del territorio y altos porcentajes de la población. Por otro lado, se aproxima una tercera subasta estratégica para el despliegue del 5G, la de banda de 26 GHz, clave para alcanzar prestaciones que vayan más allá de lo que es posible con las generaciones anteriores de tecnologías móviles.
En paralelo, con este despliegue de 5G NSA (Non-Stand-Alone) y de una red de fibra cada vez más capilar, la industria avanza en la convergencia de redes de datos y de comunicaciones que hará posible el despliegue de 5G SA (Stand-Alone). La cada vez más ubicua y cercana presencia de la nube disparará el uso de la inteligencia artificial, MEC (Mobile Edge Computing) y la exploración de aplicaciones de baja latencia y alta fiabilidad.
Gracias al esfuerzo del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, a través de Red.es y de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones, del sector privado, tanto operadores como industrias y de las Comunidades Autónomas, España es un referente en el desarrollo de proyectos piloto a nivel europeo, claves en la exploración de los casos de uso de 5G y la detección de posibilidades económicas. La combinación de redes 4G y fibra ha aguantado muy bien en una situación inédita, como es que todo el país pasase de la noche a la mañana a trabajar en remoto. A la espera de dejar definitivamente atrás la pandemia, nos hacemos la pregunta de qué hubiese pasado de haber tenido en marzo de 2020 algunas de las posibilidades que ofrecería el 5G.
La Industria 4.0 requiere de unas redes inalámbricas seguras y de alta calidad para ofrecer un equivalente inalámbrico de los buses industriales
Puede que un 5G inicial, similar al que vemos en esta fase inicial, hubiese ofrecido ventajas incrementales sobre la excelente situación de la conectividad en nuestro país. Sin embargo, un 5G avanzado como el que podríamos esperar en el horizonte de 2024-2025 ofrecería posibilidades radicalmente distintas como la telepresencia o el esperable boom del Internet de las Cosas de nueva generación. La posibilidad de transmitir información más rica y compleja, posiblemente con algunos primeros contenidos 3D, abre la puerta a virtualizar tanto el ocio como el trabajo, pasando de la conectividad a la inmersión. En el ámbito sanitario, la aplicación en teleasistencia, diagnóstico y triaje es directa y presenta alto interés social. El efecto se vería amplificado con la disponibilidad de dispositivos IoT personales, ‘wearables’ capaces de complementar y enriquecer la experiencia con datos esenciales de sensores médicos. Son las economías de escala de la tecnología móvil las que hacen posible el que nuevos tipos de sensores se miniaturicen y abaraten lo suficiente como para permitir su uso generalizado en dispositivos de gran consumo.
La seguridad, la capacidad de adaptación y la fiabilidad de conexión de las redes 5G serán impulsoras de la transformación digital de las empresas y marcarán el camino de la Industria 4.0. 5G será también un pilar fundamental en la cuarta revolución industrial. La Industria 4.0 requiere de unas redes inalámbricas seguras y de alta calidad para ofrecer un equivalente inalámbrico de los buses industriales y conectar entre sí las distintas islas de conectividad cableada en un todo homogéneo que puede ser visualizado como un gemelo digital. La conjunción de conectividad, inteligencia artificial y sensores avanzados habilita también la tendencia hacia una robótica industrial flexible y adaptable a un entorno industrial cambiante.
No cabe duda de que el 5G avanzado supondrá un antes y un después en muchos ámbitos de nuestras vidas y España tiene las capacidades suficientes para liderar este proceso de transformación.