Basado en esta definición básica se establecen los modelos en que las Administraciones se relacionan con los ciudadanos. Procesos tradicionalmente herméticos y poco flexibles que se rigen por lso diferentes cambios exigidos por la ley. La ley 9/2017 de Contratos del Sector Público, exigía, básicamente dictaba, la obligatoriedad de poner a disposición de los ciudadanos la contratación electrónica, formato electrónico, la gestión de servicios y medios comunes, simplificación e interoperabilidad.
Mientras que las administraciones se modernizan a golpe de ley, cosa lógica por otro lado, dada la necesidad de inversión requerida y su necesario reflejo en los Presupuestos Generales del Estado, las empresas modernizan el modo en que se relacionan con sus clientes, trabajadores y proveedores para mejorar la competitividad, incorporando mejoras en el ámbito de la multicanalidad y redefiniendo los procesos, en aras de un aumento de la productividad y la eficiencia de los recursos disponibles.
Al amparo de estas transformaciones, una de las grandes revoluciones se está produciendo de la mano de las soluciones low code, que permiten a los usuarios modelar un procedimiento o una nueva aplicación empresarial como un dibujo intuitivo, para que, posteriormente, la plataforma convierta ese dibujo en software.
Las consecuencias de emplear soluciones low code son inmediatas: en primer lugar, son rápidas, porque el modelado no requiere la intervención de ningún especialista en programación y, en segundo lugar, las aplicaciones son más fácilmente adaptables, su integración en el ecosistema existente es más robusta y sólida y las modificaciones o redefiniciones de los procedimientos se realizan de forma mucho más ágil, facilitando el modelado de estos procesos en la era de la transformación permanente.
Las aplicaciones corporativas, como los procesos administrativos, son tediosa de programar, pero haciendo uso de este tipo de soluciones low code, la calidad del software deja de ser dependiente de la calidad del desarrollador, pudiendo dedicar a los mejores miembros del equipo a tareas más complejas. Los estudios realizados demuestran que el empleo de estas herramientas aumenta la productividad de los desarrolladores entre 10 y 20 veces más.
Este nuevo enfoque para crear aplicaciones que no se programan, sino que se dibujan, con lógica, interfaces, reglas, integraciones y todos los demás componentes que participan en el proceso que comprende una aplicación, se perfila como caballo ganador.
Las unidades de negocio y el equipo de desarrollo trabajan bajo un mismo modelo con diferentes roles, las soluciones low code traducen instantáneamente un modelo en una aplicación, al que el equipo de software puede dar los ajustes finales.
La presión sobre las empresas para transformarse y modernizarse nunca ha sido tan alta. Los clientes son exigentes, se requiere que los proveedores también lo sean y los empleados cada vez demandan más flexibilidad en su relación con la compañía, entornos de trabajo móviles y mayor automatización de sus experiencias laborales diarias.
Las Administraciones tienen la obligación con los ciudadanos de ser cada vez más eficien-tes y prestar niveles de servicio excelente en su relación con ellos. Ofreciendo experiencias digitales análogas a las que las compañías digitales les tienen acostumbrados.
Una vez más, la Administración se ve ante el dilema de tratar a los ciudadanos como clientes y extrapolar las experiencias de la empresa privada puede ser garantía de éxito. Estoy seguro y confío en que esto será posible.
Algunos organismos públicos ya están dando los primeros pasos y pronto veremos esos casos de éxito.