¿Qué tipo de empleos se van a ver más afectados con el auge de la robotización?
J. S.: Fundamentalmente, cualquier empleo que sea peligroso, aburrido o sencillamente aquel que nadie quiera hacer. Los empleos que responden a este perfil proclive a la desaparición son los recogidos por la Ley de las 3 Ds: ‘dirty, dull and dangerous’. No importa el sector ni el ámbito, si cumplen alguno de estos requisitos, están condenados.
¿Cómo imagina que serán las empresas del mañana, totalmente digitales o híbridas?
J. S.: Sin ninguna duda, híbridas. Por ejemplo, en países como Japón, los trabajadores ya están más acostumbrados a combinar el trabajo humano con el de los robots. Las personas deben realizar las tareas asociadas a la creatividad porque todo lo automatizable, sin posibilidad de vuelta atrás, lo hará una máquina.
En este nuevo marco, los perfiles más aptos serán aquellos que dominen los nuevos avances y sean capaces de combinar tecnología y metodología. Esto debe traducirse en un mercado laboral más competitivo y eficiente. Sin ir más lejos, un buen radiólogo apoyará su diagnóstico en la capacidad de procesamiento de imágenes de una solución médica ad hoc, creada para él. De este modo, podrá detectar mejor las posibles anomalías y ser más certero en sus conclusiones.
Respecto al pensamiento humano, hay que tener claro que la tecnología es siempre un complemento. No debemos tener miedo al avance
¿Corremos el riesgo de que la tecnología sea el eje que dicte toda actividad y pensamiento humano?
J. S.: No, realmente. España basa su economía en los servicios, no en la industria. Dudo que pueda reconvertir toda su actividad hacia la fabricación tecnológica.
Respecto al pensamiento humano, hay que tener claro que la tecnología es siempre un complemento. No debemos tener miedo al avance. La inteligencia artificial, por ejemplo, no entraña ningún peligro más allá del generado por su propio programador. Estamos llamados a confiar cada vez más en la tecnología, y es lógico, ya que nos aportará una ayuda más valiosa cada día.