Oímos y leemos mucho sobre IA, pero conocemos poco sobre los efectos de la democratización de la inteligencia artificial en el hombre y su sociedad.
Hasta hace poco, Watson de IBM, junto con algún otro fabricante era todo lo que teníamos en el mundo de la IA. Lo cual ponía esta tecnología al alcance de muy pocos.
Ahora, todo ha cambiado. Disponemos de más y más librerías de código libre, para machine learning, natural language, deep learning y otros. Las cuales, implementadas en cualquier producto o servicio, hacen que la IA esté al alcance de todos.
Tal es el impacto, que el uso de la IA pasará del 38% de las empresas (EEUU) en 2016 al 62% en 2018, según Narrative Science, lo que implica para IDC un salto de 8.000 a 47.000 millones de dólares solo en el mercado de Estados Unidos. Pero las estadísticas son frías y poco humanas. Uno es consciente de la democratización de la IA si la ‘ve’ y la ‘toca’.
Yo he ‘tocado’ a Prometheus, una empresa española, y he visto cómo lleva al Business Intelligence a un nivel superior. Gracias a su tecnología de machine learning y semántica, los datos analizados son convertidos en conocimiento para el humano.
Uno es consciente de la democratización de la IA si la ‘ve’ y la ‘toca’
He ‘visto’ una Plataforma Colaborativa de Proveedores como es GBN (CPOnet) pensada, diseñada y creada por directores de Compras. Gracias al lenguaje natural y la semántica se puede homologar a cualquier proveedor del mundo y en tiempo record.
Hasta me ha convencido el primer WYSWYG de IA que existe en el mundo. Me refiero a una plataforma gráfica donde tú eliges qué herramienta de IA añades a un flujo de proceso y las líneas de código brillan por su ausencia. Hablo de Cortex, de CognitiveScale.
Con ejemplos tan terrenales como estos, sí que percibo que la IA se está democratizando.
Y hablando de democratizar, recuerdo un artículo de Mario Vargas Llosa denunciando la tecnología como pervertidor de la democracia humana.
“… estamos como desbordados por una tecnología que se ha puesto al servicio de la mentira, de la post verdad, y que puede llegar a ser, si no atajamos ese fenómeno, profundamente destructor y corruptor de la civilización, del progreso, de la verdadera democracia …” -. Mario Vargas Llosa.
Recuerdo un artículo de Mario Vargas Llosa denunciando la tecnología como pervertidor de la democracia humana
Sabemos cómo es el hombre. Tanto en lo bueno como en lo malo. El uso de la IA para el bien común y para el propio interés, aunque perjudique a otros, es una realidad.
Pero la IA tiene dos riesgos para la sociedad humana.
El primero, los hackeos a las IAs para manipular e influir a las personas.
El segundo, y más grave, está precisamente en su inteligencia.
Hace poco Margaret Mitchell (Investigadora de machine learning de Google), realizaba una prueba con Cloud AutoML (IA para reconocimiento de imágenes). Al ver por primera vez la foto de un Koala, calificó la imagen como ‘bella’. Más tarde hizo lo mismo con una casa ardiendo y una familia destrozada por la pérdida.
La explicación de esta incongruencia es simple. No se ha enseñado a Cloud AutoML a diferenciar lo bueno de lo malo.
El riesgo de la IA reside en el error que se cometa al enseñarla, o en el sesgo intencionado cuando la formemos. Sea consciente o inconscientemente.
Si luego la ponemos al frente de nuestras bolsas bursátiles, o de los drones de nuestro ejército o de la educación de nuestros hijos, tendremos unas consecuencias cuando menos negativas. Siendo muy difícil detectar el delito en ello, ya que la actuación de la IA no será intencionada, sino consecuencia de una educación manipulada.
Todo pasa por construir IA no como herramienta que sustituya la inteligencia y conocimiento del hombre, sino que los complemente, mientras se establece una ‘ética’ de uso y enseñanza de la IA.
Evitaremos problemas, y permitiremos que el hombre siga dirigiendo su destino.
