Tenemos encima de la mesa otra vuelta de tuerca más a la denominada Tasa Google o impuesto GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon). Durante estos días, coincidiendo con la cumbre del G20 en Japón, el presidente de EEUU, Donald Trump, ha alzado la voz para amenazar con medidas de choque contra aquellos países que se atrevan a gravar a ‘sus firmas tecnológicas’. Su respuesta se produce tras el anuncio de Francia para implantar un impuesto digital; aunque también hay que recordar que el posible Gobierno de Pedro Sánchez también lo tiene entre sus prioridades.
El tema no es actual, pero necesita una solución inmediata. El objetivo de algunos países de la UE, trasladado a la cumbre del G20, es que las grandes multinacionales tributen en los países en los que operan. En España, como ejemplo, se plantea que lo hagan con un 3% si superan los 750 millones de euros de facturación a nivel mundial y los tres millones dentro del país. El problema hasta la fecha es que no hay consenso europeo, toda vez que algunos países se oponen a ello -como Irlanda y algunos nórdicos-. El primer paso debe ser alcanzar ese acuerdo; después, hacer que estas firmas cumplan con unas obligaciones lógicas, como es tributar por vender bienes y servicios en un territorio, así como evitar que desvíen los pagos a otros países con ventajas fiscales.
No es un impuesto contra las firmas americanas como se dice, afecta a todas, aunque haya que reconocer que son las que en mayor medida cumplen con el perfil. Tampoco es un ataque que pueda minar la economía nacional, como rápidamente se han apresurado a decir Ametic y Adigital; hablan de un impacto negativo en el PIB de unos 600 millones de euros, al repercutir los costes en las pequeñas empresas y consumidores…
Lo que está claro es que los ingresos digitales como nuevos canales de comercio tienen que regularse; y hay que evitar caer en mensajes que induzcan al pánico por defender a unas empresas con beneficios multimillonarios y patente de corso.