Estamos inmersos en una nueva era que ha surgido, no por lo que la tecnología pueda hacer por nosotros, sino por todo lo que nosotros podemos llegar a hacer con la tecnología. Es decir, todo aquello que podemos crear, resolver y transformar en nuestras empresas, nuestras profesiones, nuestra sociedad… a través del entorno tecnológico más potente que haya existido nunca.
Si echamos la vista atrás tan solo unos años, el concepto de transformación digital parecía limitado a empresas tecnológicas y startups. Ahora, en esta nueva economía digital, nos encontramos en un punto de inflexión en el que el concepto de transformación digital es ya casi un estándar en la evolución de las empresas. La carrera por la competitividad ha empujado a que, en mayor o menor medida en función de la actividad e industria, las empresas imperativamente necesiten ser digitales.Este contexto está siendo posible porque nos encontramos en el entorno con las capacidades tecnológicas más potentes que hayan existido nunca: cloud computing ha dejado de ser ‘algo que había que probar’ para convertirse en un destino. Internet de las Cosas se ha incrementado de forma muy significativa: en 2010 había, por cada persona, 1,8 dispositivos conectados; hoy hay casi seis. Y Blockchain ya está en la agenda empresarial. Pero la tecnología más disruptiva es la Inteligencia Artificial, que permite explotar el petróleo del SXXI: los datos. La IA ha generado toda una serie de nuevas capacidades, recursos y herramientas tecnológicas que hoy en día ya son una realidad (ya hay más de 1.000 millones de personas utilizando Watson) y pueden modificar el modo en que funcionan las empresas y la sociedad.
La base de la transformación
Pero para que se materialicen las enormes posibilidades de progreso social y económico que este entorno tecnológico posibilita es necesario que las empresas integren, orquesten y unifiquen todas esas capacidades construyendo una arquitectura nueva y propia, al servicio de sus necesidades. Una arquitectura integrada de tecnología y negocio es la base de la transformación digital.
Como elementos básicos, ha de ser una arquitectura robusta, segura, escalable y basada en estándares. Que además tiene que servir para desarrollar las nuevas aplicaciones digitales que dan respuesta a las necesidades del negocio. Todo ello utilizando soluciones cloud, tanto públicas como privadas, e integrándose con las aplicaciones existentes. Estamos hablando de una auténtica arquitectura de empresa.
La tecnología más disruptiva es la Inteligencia Aritificial, que permite explotar el petróleo del siglo XXI: los datos
Además de ese sólido carácter empresarial, hay varios elementos esenciales en la configuración de una buena arquitectura de presente y futuro: tiene que estar construida alrededor del dato, tiene que ser segura, preservar la integridad de esos datos y tiene que ayudar a generar confianza.
Una arquitectura centrada en el dato ha de adaptarse a cualquier tipo de dato y estar diseñada con la prioridad de acelerar la capacidad de extraer valor y conocimiento de esos datos. Tiene que estar preparada para incorporar, de manera nativa, capacidades cognitivas, porque sin ellas va a ser imposible obtener los resultados que necesitamos y esperamos…
Una arquitectura segura tiene que ser capaz de afrontar la amenaza global de los ciberataques. La unidad de Seguridad de IBM está monitorizando 35.000 millones de incidentes de seguridad al día en clientes de todo el mundo. Por eso, no puede haber un solo paso que se dé en un proceso de transformación digital que no vaya acompañado de su correspondiente estrategia de seguridad. Y, por último, tiene que permitir extremar el cuidado y la transparencia sobre el uso de los datos. Para IBM, los datos de una empresa y el conocimiento conseguido mediante esos datos son exclusivamente suyos. Son un factor clave de su ventaja competitiva.
Asimismo, si queremos que las personas confíen en las recomendaciones de la Inteligencia Artificial, las empresas han de poder ser transparentes y claras en cuándo, cómo y para qué se está utilizando la Inteligencia Artificial. Para eso, es fundamental construir una arquitectura que permita proteger la integridad de los datos y, además, ser transparente sobre su origen y tratamiento. Ese es, desde luego, el compromiso de IBM.