Un directivo comentaba hace unos días que a algunos CIO les espanta el apodo Chief Legacy Officer, porque suena a antiguo y falto de ‘glamour’; pero todavía el legacy sigue representando el gran porcentaje de las infraestructuras del negocio bancario o del retail, y de otros muchos sectores. El mainframe, mismamente, tiene 54 años y sigue siendo la base tecnológica de aerolíneas o de muchas instituciones públicas, totalmente adaptado a nuevas tendencias como cloud, analítica, seguridad y movilidad. Pero la cuestión ya no es esa, el CIO se siente acosado por esas figuras que han surgido en torno a la transformación digital y que amenazan su rol como sombras siniestras: el Chief Data Officer, el Chief Digital Officer, Chief Innovation Officer o lo que ‘comosellame officer’.
Una nueva raza de directivos ‘citius, altius y fortius’, que los quieren relegar al pasado. Es como si de pronto, a los periodistas nos llamaran informadores digitales, periodistas innovadores, journalistas analíticos… Tratarían en vano de etiquetarnos de acuerdo a las nuevas exigencias informativas del mundo digital. Al CIO habría que llamarlo Chief Todo Officer, experto en datos, maestro en seguridad, diestro en tecnología, sabio en procesos, versado en el negocio, y así lo tendríamos catalogado como mandan los cánones, perdón, quise decir Gartner.
Una nueva raza de directivos ‘citius, altius y fortius’, que los quieren relegar al pasado
Aparte de la profesión de árbitro de fútbol, no conozco otro puesto que esté permanentemente puesto en tela de juicio, como el del responsable de TI de las empresas. Los CIO llevan décadas cambiando su rol corporativo, orientándose al negocio, pero siguen siendo los jefes de esos seres incómodos que te cambian el ordenador aunque siga funcionando a la perfección, que te obligan a pensar contraseñas enrevesadas y a completar formularios absurdos o darte charlas intempestivas sobre seguridad o protocolos absurdos.
El CIO se tiene que reciclar, como el resto de las profesiones, pero tiene que cargar con un pasado del que no se puede desprender y no se pueden borrar de un plumazo tareas que siguen siendo el core del negocio. Larga vida al CIO.