Tendemos al melodrama y al pesimismo. Es nuestra naturaleza y los medios de comunicación lo saben, y por eso nos atiborran de noticias negativas. Vende mucho más un accidente aéreo, por minúsculo que sea, que el milagro de que cada año despeguen y lleguen a buen (aero)puerto más de 40 millones de vuelos comerciales en todo el mundo.
En Factulness, un libro que acaba de aparecer en España y que Bill Gates regala a estudiantes en Estados Unidos, y que también ha sido ensalzado por Barack Obama, el médico y divulgador sueco Hans Rosling nos viene a decir que el mundo funciona mucho mejor de lo que imaginamos. Para respaldar su tesis, Rosling, que murió en 2017 de cáncer y que siempre fue un apasionado de los datos, ofrece todo tipo de estadísticas contrastadas.
Si atendemos a indicadores de esperanza de vida, pobreza o niveles de vacunación o escolarización en el mundo, este planeta está mejor que nunca. Sin embargo, a base de encuestas hechas a personas de todo tipo, incluso a líderes políticos y económicos, Rosling descubre que la mayoría tenemos una visión muy trasnochada (y aterradora) de la realidad.
Pero más allá de confirmar lo que el autor de Factfulness llama “la devastadora ignorancia”, el libro, en el que colaboraron también su hijo Ola y su nuera Anna, se dedica a descubrirnos los resortes psicológicos que nos hacen tan pesimistas. Y es que no sólo la ración diaria de tragedia que nos dejan los telediarios o las crónicas desde África o Latinomérica explican nuestro catastrofismo.
En Factfulness tenemos una guía para lidiar, por ejemplo, con la manía de ver el mundo como un combate entre buenos y malos, sin matices, o para controlar el instinto de negatividad que nos lleva a pensar que todo va a peor porque el pasado (casi siempre edulcorado) que vivimos nunca va a volver. También nos dice cómo domeñar miedos atávicos como el que sentimos en los sitios cerrados o en entornos violentos. Son resortes mentales que nos llevan al prejuicio y la generalización.
Factfulness es en realidad una terapia para congraciarse con el mundo a base de datos fríos y objetivos, pero en el fondo tranquilizadores. Rosling no niega que haya problemas que abordar, pero sí está convencido, después de años de estudios y consultas, que nuestros esquemas mentales añaden demasiada oscuridad al panorama.
Factfulness se debería enseñar a los niños en los colegios, y a los profesores, políticos y líderes de todo tipo que siguen viviendo con parámetros XIX, y no del siglo XXI. Para esa gente que se hizo una imagen del mundo en los años 70 u 80 y que no han asumido que este planeta -casi no importa en la dirección que se mire- ha avanzado en los últimos 20 o 30 años como nunca antes. En definitiva, todos deberíamos hacer el esfuerzo de desprendernos de prejuicios, poner al poner al día los datos y la información que tenemos sobre el mundo y cuestionar a tanto aguafiestas y creador de fake news. Veríamos el sol tras la tormenta.