2022 ha estado marcado por tres complejidades que continuarán en 2023 definiendo la agenda del sector TI. En primer lugar, hemos observado la necesidad de las empresas, en búsqueda de crecimiento, de acelerar la digitalización de sus modelos de negocio y de sus entornos operativos. Este avance se ha producido en el marco de un dinámico ‘efecto pospandemia’, que ha reactivado las iniciativas paralizadas en los dos años anteriores. Las empresas precisan ayuda para digitalizarse y crecer y deben hacerlo en un contexto económico hostil, debido a la guerra de Ucrania, el sobreendeudamiento de las economías occidentales y el consiguiente proceso inflacionario.
En segundo término, el ecosistema tecnológico continúa evolucionando de forma acelerada. Presenciamos la mayoría de edad de las tecnologías IoT, la movilidad inteligente y la ciberseguridad. Continúa la paulatina expansión del 5G, sigue aumentando la presencia de la inteligencia artificial y el machine learning, si bien todavía están lejos de desplegar todo su potencial, y se acelera la democratización de la tecnología gracias a los servicios low-code. Todo en base al cloud y con foco en la ‘Experiencia Total’. Mientras, la digitalización de procesos de administración, logística, contabilidad y RRHH ha empezado a convertirse en una commodity.
La tercera complejidad radica en el continuo incremento de la escasez de talento TI. Son ya más de 120.000 vacantes solo en España, según datos de la patronal DigitalES, y solo un 23% de presencia de la mujer en el sector, según datos del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI). La atracción y retención del talento tecnológico es el principal reto de la economía en general, dada la fuerte dependencia que tiene su crecimiento de la tecnología.
Las tecnologías limpias y la migración a la nube serán grandes facilitadores de la reducción de la huella de CO2
Impacto positivo en el ser humano
Este marco de extrema complejidad promete grandes cambios a nivel empresarial, social y del entorno, facilitando un mayor poder a empresas tecnológicas, personas y gobiernos. En Seidor, como consultora tecnológica partícipe de este escenario, entendemos que los actores del sector TI debemos tomar partido de forma activa para que dichos cambios sean positivos para el desarrollo del ser humano.
Se hace necesaria una mayor colaboración con las administraciones, el tercer sector y el ámbito educativo para facilitar el acceso universal a la tecnología y eliminar la brecha digital. Vamos a observar un incremento de políticas y herramientas para garantizar los derechos digitales y la protección de la privacidad de los usuarios.
Además, las soluciones tecnológicas comenzarán a incorporar, desde su concepción, una mirada ética, para impactar en positivo en áreas como la educación, la salud, la agricultura o la industria.
En el ámbito laboral, se consolida el teletrabajo (el 87% de profesionales del sector teletrabajan, según el ONTSI) y continuarán ganando protagonismo los beneficios sociales y la flexibilidad. No obstante, el auténtico reto radica en impulsar la igualdad y la diversidad, así como el fomento de espacios de trabajo que habiliten el desarrollo personal con el profesional. Vamos a continuar incrementando nuestra presencia en colegios, universidades y escuelas de formación profesional para sensibilizar y formar en tecnología, ofrecer vías para la incorporación efectiva al mercado laboral y aportar a estudiantes formación adicional a la reglada, con foco especial en la mujer.
Por último, las tecnologías limpias y la migración a la nube serán grandes facilitadores de la reducción de la huella de CO2. Según datos de un reciente estudio realizado por ESADE con la colaboración de Seidor, solo el 34% de las empresas tienen una estrategia de negocio alineada con los ODS. Las consultoras tecnológicas podemos contribuir también a mejorar esta situación, a través de soluciones en gestión de la sostenibilidad.
En definitiva, en un entorno complejo e inestable como el actual, la recuperación del respeto por la condición humana es más necesaria que nunca. Además de poner en el centro a las personas, la implantación tecnológica debe apostar por los valores que nos hace humanos. La tecnología ofrece esta oportunidad extraordinaria para lograr un mundo mejor.