El vía crucis del Software

El software se ha convertido con el paso de los años en un auténtico quebradero de cabeza para las compañías.

Publicado el 10 Abr 2015

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Estamos maniatados por el software. Esta aseveración podría extrapolarse a la casi totalidad de las organizaciones empresariales, obligadas a ejecutar muchas de sus operaciones de negocio a partir de una herramienta determinada. Este hecho debería pasar inadvertido e, incluso, ser aplaudido siempre y cuando su operatividad marchara viento en popa y a velocidad de crucero, sin contratiempos -si acaso los habituales- que debilitaran su funcionalidad. Pero hete aquí que lejos de cumplir esta máxima, el software se ha convertido con el paso de los años en un auténtico quebradero de cabeza para las compañías.

Los proveedores no hacen más que hablar de las magnificencias de sus soluciones, los analistas de las ventajas que aportan tales o cuales desarrollos y los usuarios, pues se conforman con mitigar todo lo que pueden los efectos colaterales del uso de dichos programas. ¿Quién de nosotros no ha sufrido esta experiencia? Tener que lidiar con un producto que se ha ido quedando obsoleto, que se parchea internamente, mantiene costes al alza y encima con una calidad inexistente. Yo en mi caso puedo decir que esta situación no me es ajena ni desconocida. El problema existe porque la calidad parece prescindible en el software, no se tasa ni se analiza y, como define el experto Javier Garzás, una mala programación “es como introducir una bacteria que llega a producir una pandemia”. Aquí los proveedores juegan con ventaja: fidelizan al cliente en proyectos a medio plazo para así hacerse imprescindibles e insustituibles y provocan lo que se denomina ‘deuda técnica’ que a la larga pocas veces se consigue erradicar.

Lo extraño de todo esto es que las organizaciones deberían ser conscientes de que se produce este proceso de malas prácticas y no ponen medidas disuasorias, si acaso sólo después de que el mal está dentro y con pocas posibilidades de que el tratamiento previsto ponga remedio. ¿Tanto cuesta desarrollar un buen software, eficiente y de calidad? Aquí el CIO debería asumir sus errores y no dejar, como ocurre con demasiada frecuencia, el área de desarrollo y calidad en una esquina de su organización; debería integrarlo dentro de su estructura y así poder articularlo para dotar desde su inicio a los proyectos de software de la dosis correcta de calidad que precisan.

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Ambrosio Rodríguez
Ambrosio Rodríguez

Director

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