El reto de controlar el riesgo

El cumplimiento de la normativa asociada a Basilea II constituye una oportunidad para mejorar la estrategia global de las entidades bancarias.

Publicado el 25 Sep 2003

La integración que a raíz del establecimiento de la zona euro se ha producido durante los últimos años en el escenario financiero europeo y que ha conducido en particular a que los grandes bancos operen en un sistema común, Eurosystem, completamente integrado en una red, supone por una parte el incremento de la capacidad para absorber los movimientos de la economía pero, por otra, implica el incremento de la vulnerabilidad y el riesgo de contagio en caso de crisis. Así se ha hecho imprescindible una normalización a nivel europeo en cuanto a la gestión del riesgo que se viene materializando a través del Comité de Basilea para la Supervisión Bancaria y que a lo largo de este año ha avanzado sustancialmente con el establecimiento del nuevo acuerdo Basilea II, a cuya adecuación los grandes bancos europeos destinarán una media de 115 millones de euros durante los próximos cinco años.

Así se refleja en un reciente informe de la consultora Forrester Research en el que se recomienda a las entidades bancarias que no persigan el cumplimiento en sí mismo de la nueva normativa sino la incorporación de los cambios que supone en una estrategia de mejora del negocio global. “Con los presupuestos seguros y la implementación de Basilea II en proceso, la mayoría de los bancos europeos siente que están en el buen camino para cumplir con los plazos fijados para el establecimiento de la nueva regulación; pero aquellos que se limiten simplemente a cumplir con la legislación no aprovecharán los beneficios reales asociados a Basilea II”, comenta el director de Forrester, Remus Brett, quien señala que “por el contrario, los bancos europeos deberían embeber Basilea II en sus procesos de negocio y atar sus inversiones a una eficiencia superior del capital y a la reducción de los costes operacionales. Desde nuestro punto de vista las empresas deben conseguir un control dinámico, utilizar la visibilidad empresarial para gestionar la complejidad de los datos, diseñar los sistemas Basilea II con los usuarios del negocio en mente y asociarse para superar los posibles riesgos operacionales”.

Según Forrester el gran reto asociado a Basilea II reside en la identificación de los datos necesarios para popularizar los modelos de riesgo así como el sistema, entre los cientos de sistemas heterogeneos existentes, donde esta información reside; de manera que la visibilidad empresarial constituirá el medio para priorizar los dominios de funcionalidad cruzada que justifican la sincronización de los datos. En este escenario, las entidades deben asegurarse de que los responsables del negocio utilizan estos sistemas con una periodicidad diaria para ajustar más adecuadamente las decisiones.

Finalmente, la medida exacta de los factores operacionales de riesgo, como el fraude de los empleados y el fallo de los sistemas supondrá un enorme reto para la mayoría de las entidades financieras, que nunca han realizado un seguimiento sistemático de estos factores de pérdidas.

Ante estos desafíos y como apunta Brett, proveedores de todos los sectores están llamando a las puertas de los gestores de los presupuestos asociados a Basilea II para intentar hacerse con una parte del pastel, pero los ejecutivos de los bancos, sofocados por el peso de pilas y pilas de folletos publicitarios, sellarán sus puertas y reforzarán su confianza en sus equipos internos de TIC, de manera que más que nunca, la reputación y las relaciones serán las ganadoras y emergerá un grupo selecto de especialistas en Basilea II trabajando en colaboración, como Mercer Oliver Wyman en el área de consultoría y SAS Institute en el ámbito analítico”.

El Comité de Basilea publicó el pasado 29 de abril la última versión del documento consultivo sobre el Nuevo Acuerdo. La versión definitiva no será lanzada hasta finales del presente año, sin embargo, las principales directrices ya están definidas y entrarán vigor en el año 2006.

Dentro del Nuevo Acuerdo hay que destacar la posibilidad de ir adaptando los modelos de medición del Riesgo desde el estándar al básico y avanzado. Esta evolución permite a las entidades financieras marcar como objetivo la consecución del modelo avanzado para todas las tipologías de riesgo, en todas las áreas organizativas y/o productos de manera progresiva, sin necesidad de que se produzca un ‘Big Bang’.

En base a este razonamiento, surge la opción de implantación del Nuevo Acuerdo Basilea II por dominios, incorporando de forma creciente las áreas de negocio, los productos y las técnicas de medición en función de su complejidad. Así, la tecnología responde, fundamentando su ayuda en los sistemas de información como fuente de datos para los cálculos y la automatización de los mismos.

Tomando esto como punto de partida se plantean tres conjuntos de procesos:

Extracción y acumulación de información; se deberá localizar en los sistemas, tanto estructurales como operacionales, la información necesaria para la implantación de los modelos conforme a los dominios definidos. Además, para la aprobación de los modelos internos, será necesaria la generación de estructuras de almacenamiento y procesos de alimentación de las bases de datos históricas de Incumplimiento y Severidad. Y mencionar también la necesidad tanto de procesos de depuración como de corrección que garanticen la calidad e integridad de dichos datos.

Obtención del Capital a Consumir; en este subconjunto del modelo diferenciaría tres conceptos: datos paramétricos, cálculos y retroalimentación. La ejecución de los cálculos nos lleva a la cuantificación de variables como exposición, severidad, volatilidad, pérdida esperada… y, finalmente, el capital a consumir, donde entran en juego distintos parámetros que serán obtenidos mediante análisis estadísticos de la información acumulada y deberán ser almacenados. El concepto de retroalimentación se da desde diferentes ópticas; en primer lugar, en los modelos internos se efectuará la calibración de las herramientas utilizando las bases de datos históricas; seguidamente, se irá ajustando el valor de los parámetros. Dicha retroalimentación posibilitará una cuantificación de las variables cada vez más ajustada a la realidad. El capital a consumir se irá corrigiendo en el tiempo de manera que se garantice totalmente la solvencia de la entidad. Y por su parte, la Generación de Información abarcará tanto información interna – a suministrar a usuarios dentro de la propia entidad- como externa- para el supervisor.

La implantación del Acuerdo no sólo tiene implicaciones tecnológicas. En función de los objetivos internos definidos, puede ser extensivo a la gestión de la entidad. Frente al coste tecnológico que supone su implantación, los beneficios a enumerar son significativos, tanto cualitativamente como cuantitativamente.

María Zubillaga, gerente de DMR Consulting.

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Redacción Computing

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