Aunque a primera vista puede considerarse un juego de palabras, lo cierto es que llevamos ya unos años asistiendo a una transformación radical de nuestra sociedad. Parece como que a lomos de la transformación digital hemos quemado etapas, acercando el futuro lejano casi al ámbito de lo cotidiano. Pero como suele decirse de forma popular, la alegría va por barrios. Si aplicamos una lupa para ver de cerca la realidad veremos que algún futuro se encuentra, en el mejor de los casos, todavía en el medio plazo.
Pongamos por caso el área de las telecomunicaciones, donde España siempre ha jugado un papel fundamental dentro del marco europeo. De hecho, los consumidores españoles siempre han liderado la adopción de dispositivos smartphones, según han ido recogiendo diferentes estudios a lo largo de los últimos años. Las tasas de uso diario de estos dispositivos para acceder a Internet también nos colocan como líderes indiscutibles. Pero ¿qué pasa si miramos a las empresas españolas?
Los datos confirman que nuestras empresas, pese a intuir los beneficios que conlleva la tecnología digital, todavía no le sacan el máximo partido. Un ejemplo de esto lo tenemos en el cloud computing. Su adopción por parte de las empresas españolas se encuentra todavía por debajo de la media de la Unión Europea. Reconciliar estas dos realidades es difícil y puede presentar a las empresas frustraciones tanto en el lado de sus clientes externos (los consumidores) como internos (sus profesionales).
Los datos confirman que nuestras empresas, pese a intuir los beneficios que conlleva la tecnología digital, todavía no le sacan el máximo partido
Conviene, por tanto, analizar dónde pueden estar los impedimentos que están frenando esta adopción de nuevas tecnologías a las empresas españolas, más allá de los recursos económicos de las empresas a la hora de implementar su estrategia de transformación digital. Esta circunstancia responde a casuísticas concretas y por tanto no es extrapolable para sacar conclusiones a nivel general.
Parece claro que el freno fundamental en la adopción de nuevas tecnologías es la falta de conocimiento de los principales beneficios que va a generar a la empresa. Los ejecutivos asumen que se generará una mejora en la producción o prestación de los servicios y unos ahorros en los costes. Pero no son capaces de visualizar en profundidad todas las derivadas que produce, desde obtener una mayor resiliencia a generar nuevas oportunidades de negocio.
Si te limitas a personalizar una estrategia preestablecida no solo no serás capaz de aprovechar todas las ventajas, sino que puedes acabar implementando acciones contraproducentes para tu negocio
Contar con un partner fiable y seguro que pueda ofrecerte un desarrollo único es fundamental para una transformación completa y satisfactoria. Si te limitas a personalizar una estrategia preestablecida, como quien cambia las gafas de un avatar en un videojuego, no solo no serás capaz de aprovechar todas las ventajas, sino que puedes acabar implementando acciones contraproducentes para tu negocio. Es decir, no bastan cambios estéticos superficiales: necesitas poder cambiar el código del videojuego y hacerlo tuyo completamente.
La falta de mano de obra cualificada para acometer estos procesos representa un grave problema para las empresas y la sociedad. Se sabe que no estamos formando suficientes perfiles STEM para dar respuesta a las necesidades futuras de nuestra sociedad. A medida que estas exigencias vayan siendo cada vez más necesarias la brecha entre la oferta y la demanda se irá ampliando exponencialmente.
Este futuro que ya se está mostrando en el presente ofrece oportunidades para toda sociedad, y en especial para nuestras empresas. Dejar escapar sus oportunidades significa llegar tarde a un tren que posiblemente solo pase una vez. Nadie quiere llegar tarde al futuro porque si esto sucede puede que tu viaje no te lleve al presente sino directamente ya al pasado.
