El político, en la nube

Un gobernante no tiene la capacidad de pensar que el ahorro proviene de la transformación de la Administración y de considerar las TIC como un centro de productividad y no de gasto.

Publicado el 24 Abr 2013

Tengo que reconocer que me he apropiado de este titular. Me vino dado hace unos días tras una conversación con un directivo del área de tecnología de un organismo público. El mensaje que alberga, y que preocupa sobre manera a este colectivo, es que los responsables políticos de este país están lejos de entender las necesidades tecnológicas de las administraciones públicas que representan; y viendo las actuaciones que se están llevando a cabo puede interpretarse este hecho como cierto. El CIO de la Administración se enfrenta a un problema serio, como es caer en la irrelevancia estratégica y que las decisiones provengan desde arriba sin contar con la Subdirección General de Tecnologías de la Información. Sería lógicamente un duro golpe para estos profesionales y para el desarrollo de sus funciones y, más aún, para el propio sector, incluyendo aquí a los proveedores de este país, quienes deberían hacer frente a proyectos que son en ocasiones de difícil materialización y escasa rentabilidad, si la hay. Al respecto se podrá decir que ese es su riesgo si aceptan las condiciones que les marcan los decisores políticos, algo que ya está ocurriendo. Para el mandatario es básico publicitar una gran iniciativa tecnológica de servicio a los ciudadanos, sin que se valore la viabilidad de la misma; una lástima que salir en la foto se anteponga a la experiencia y a seguir con el reto de no perder lo bueno que se ha hecho en España hasta ahora, que lo hay. Un gobernante no tiene la capacidad de pensar que el ahorro proviene de la transformación de la Administración y de considerar las TIC como un centro de productividad y no de gasto, porque, como algún director informático considera, “el dirigente político piensa que hay cosas gratis, eso sí, sin tocar los servicios”. Y mientras tanto, el responsable TIC observa con la mente puesta en su supervivencia, alejado de la toma de decisión, con complicadas previsiones para su futuro y buscando la forma de reinventarse. Pero también la realidad es que la inversión tecnológica ha conducido a servicios que funcionan pero desconocidos para el ciudadano y, si incorporamos la disminución presupuestaria actual -las licitaciones han disminuido en más de un 50%-, mi sensación es que continuarán siéndolo. Una lástima que el distanciamiento entre el político y el tecnólogo haga vislumbrar la aparición de su propia brecha digital.

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Ambrosio Rodríguez
Ambrosio Rodríguez

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