Ellos traen ideas frescas, rompen con las convenciones y se pasan nuestras consignas por salva sea la parte. Es lo natural; no se hacen responsables de nuestra herencia cultural y nuestras lacras ideológicas. No tenemos por qué estigmatizarlos con nuestras frustraciones (como decía Serrat), ni inyectarles nuestros odios o nuestra visión de la vida, de la misma manera que trataron de hacer nuestros ancestros.
El CIO que viene no sabe ni quiere saber de complejos con la tecnología, que nos atenazan a muchos que hemos visto parir el PC y crecer Internet. Ellos tienen una mente abierta y sin escrúpulos en torno a las herramientas tecnológicas. Forman parte de su modus viviendi. Pero también he sabido algo no menos importante, es que hay que aprender de nuestros mayores. Ellos nos han dictado las pautas para sobrevivir y han abierto caminos que nos han ayudado a darle sentido a nuestra vida. Sin tener por qué estar acuerdo con sus convicciones, constatamos que al final tenían gran parte de razón. Juventud y madurez, esa es la clave. Y Gartner parece haber encontrado la receta del éxito, fusionando R. Contreras dos puntos de vista que tradicionalmente se han opuesto. Erróneamente hemos creído que las revoluciones se hacían desmontando la herencia recibida.
Yo creo que el CIO Bimodal que preconiza Gartner es la perfecta fusión que requiere la situación actual. Nunca acabamos de aprender. El día que lo creamos, mejor será dedicarnos a otros menesteres. Debemos evolucionar con las nuevas tecnologías, pero el timón debe ser nuestra experiencia y riqueza vital, a la que nunca hay que renunciar. Además del mundo transaccional, ahora resulta vital moverse como pez en el agua por la movilidad, la analítica y las redes sociales. Junto al iPhone de última hornada, conviven sobremesas con Windows XXX y ratón mecánico; vetustos monitores CRT se codean con resplandecientes pantallas TFT de 27 pulgadas. En el batiburrillo corporativo conviven personas y máquinas de diferente generación, y el CIO tiene que poner orden en esta torre de Babel, congeniando la madurez con el atrevimiento.
