El año 2019 ha sido un año de consolidación tecnológica. El aumento de la conciencia de las empresas y administraciones públicas sobre la necesidad de apostar por la digitalización y por un cambio en los modelos de gestión y de negocio a través de la tecnología ha generado un impulso en su implementación. Aunque llevamos cerca de una década hablando de transformación digital como concepto, es cierto que solo en los últimos años, esa idea se ha transformado en tecnologías y aplicaciones reales. Esta nueva tendencia ha ayudado también a mostrar el impacto directo de estas soluciones y tecnologías en todos los ámbitos del negocio: desde la rentabilidad y beneficios, hasta la eficiencia de procesos, capacidad operativa, calidad de los servicios y productos, y un largo etc.
Según las estimaciones de IDC, el 62% de las empresas de nuestro país ha iniciado ya su digitalización. Además, cada vez son más las compañías que abrazan la tecnología como palanca para impulsar la innovación y son capaces de poner en el mercado soluciones y servicios disruptivos, convirtiéndose en entes transformadores de su sector y de la economía en su conjunto.
En 2019 hemos visto cómo los conceptos tecnológicos, como transformación digital, que llevamos años modelando, han tomado forma tangible. En la industria hemos visto casos como el del coche autónomo, que ha sufrido un gran desarrollo este año encontrando el nicho de mercado y las vías para su desarrollo presente y futuro. Ocurre lo mismo con el sector industrial y de fabricación, donde tecnologías como IoT, la inteligencia artificial, la automatización o la ciberseguridad son ya un ‘must’ en el desarrollo del propio sector; o donde la llegada de avances como las redes 5G va a suponer una aceleración del proceso de digitalización. Según IDC, los sectores de manufacturing, retail y energía son los que más inversión en tecnología realizarán hasta 2021 para llevar a cabo su digitalización y evolucionar sus procesos actuales hacia la nueva plataforma de negocio digital necesaria para ser competitivos. No obstante, hay que recordar que la digitalización tiene ya una gran presencia en las Administraciones Públicas, cada vez más concienciadas de la necesidad de contar con modelos de gestión más eficaces y que, ante el reto social y mundial de la sostenibilidad, ven la tecnología como un aliado para convertirse en entornos más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente.
El asentamiento de la tecnología en el entorno empresarial ha calado hasta el fondo y, según el informe de IDC ‘El camino hacia la empresa nativa digital’, que contó con la colaboración de T-Systems, al menos el 40% del PIB Europeo estará digitalizado en 2021. Ese incremento en la implementación tecnología ha conllevado que la digitalización haya pasado de ser un proceso de adopción de tecnologías a ser un proceso de cambio del modelo de negocio, a través de la tecnología y asentado sobre el dato, su obtención y su gestión. En este sentido, el mismo estudio de IDC afirmaba que, en 2020, el 50% del gasto tecnológico estará relacionado con datos, y que gran parte de los ingresos tendrán su origen en su monetización.
Un valor económico
A pesar de todas estas buenas cifras, al terminar 2019 nos encontramos a las puertas de lo que parece una nueva recesión económica, atendiendo a las previsiones económicas para 2020 y los últimos datos de empleo que se han publicado en España. Por ello, después de casi 10 años hablando de transformación digital, y tras una gran consolidación de tecnologías en el entorno industrial y empresarial, las compañías deberán hacer frente a un ciclo económico que pone en riesgo lo conseguido hasta ahora y a una ralentización en su implementación en todos los sectores empresariales.
La digitalización ha pasado de ser un proceso de adopción de tecnologías a ser un proceso de cambio del modelo de negocio
Sin embargo, y creo que podemos decir por suerte, el papel de la tecnología se ha consolidado en el entorno industrial y empresarial. En estos casi 10 años de digitalización, hemos recorrido un camino que nos permite avanzar con paso firme y asegurar que la tecnología es una herramienta crucial para crecer de forma sostenible y responsable, impulsando la innovación como vía de desarrollo económico y social en todo el país. El sector tecnológico tiene ahora el reto y la responsabilidad de recordar a las empresas que la inversión en TIC se transforma automáticamente en beneficios, desde la cuenta de resultados a la relación con el cliente, la calidad del servicio o producto, o a la relación con los empleados y la activación de políticas de conciliación. Tenemos nuevamente la oportunidad de mostrar que la tecnología es una fuente de creación de valor económico y de desarrollo social para evitar así un nuevo ciclo de caída de la inversión en tecnología.