Día a día, nos vamos acostumbrando a escuchar hablar sobre transformación digital. Estamos viviendo una etapa de rápida evolución tecnológica y cultural en la que los bancos, las aseguradoras, los fabricantes e incluso la prensa, por poner algunos ejemplos, deben adaptar su modelo de negocio a la nueva realidad que pide el mercado. Se trata de un escenario complejo, pues hablamos del surgimiento de una generación de personas que potencian este entorno, -los nativos digitales-, y que se relacionan con una tecnología muy avanzada de manera completamente distinta; ya no piensan en comprar coches sino solo en usarlos, no entienden que deban acudir a un lugar de trabajo para desarrollar su labor profesional y sobre todo requieren flexibilidad de horarios y de ubicaciones. Si las organizaciones quieren competir por captar ese nuevo talento, deben dar cabida a todos estos aspectos y también a otros.
El puesto de trabajo de estos nuevos perfiles no es propiamente una mesa de escritorio y un PC, sino un dispositivo móvil de gran capacidad que pueda acceder a todos los recursos de la organización desde cualquier lugar y a cualquier hora, para trabajar de una manera distinta sobre la información. El reto para los responsables de TI es ciertamente monumental, no solo en términos de gestión, sino también desde el punto de vista de la seguridad y de la conectividad, lo cual supone un difícil equilibrio. Y todo ello sin olvidar las aplicaciones, un componente que se ha posicionado fuerte entre las organizaciones y que también deben evolucionar para ser móviles, efectivas y rápidas.
El nuevo pupitre digital debe ser abierto, móvil, interactivo, dotado de contenidos y con acceso permanente -y controlable a- la red
Es por ello que las redes que conectan esos clientes móviles a los servidores y a las aplicaciones -que en la mayoría de los casos se encuentran en la nube-, adquieren una importancia fundamental en los entornos de negocio. La red WiFi a la que antes solo se le pedía funcionar razonablemente bien, ahora se convierte en un elemento crítico que debe garantizar la calidad del servicio, ser muy gestionable y aportar seguridad informática a la par que robustez a prueba de bomba. En este sentido, se entiende el éxito fulgurante de la tecnología HPE Aruba.
En cualquier economía avanzada, la Educación es un elemento crítico a corto y medio plazo. Probablemente este campo, la formación y la enseñanza, se está haciendo especialmente patente en los últimos días con el auge de los nacionalismos. En una sociedad como la nuestra, que a día de hoy ya se basa en el conocimiento y donde la Innovación es el valor real, la educación de los jóvenes es la inversión fundamental para las próximas décadas. Por eso es relevante que el pupitre y la tiza deban evolucionar consecuentemente, al igual que lo ha hecho el puesto de trabajo.
El nuevo pupitre digital debe ser abierto, móvil, interactivo, dotado de contenidos y con acceso permanente -y controlable- a la red. Resulta chocante que en un mundo completamente conectado aún se encarguen libros físicos adaptados a realidades ancladas en conceptos obsoletos para educar a nuestros hijos, quienes se enfrentarán en su futuro a una economía global y digital, basada en el conocimiento y libre de restricciones geográficas. Sin duda el reto de la transformación digital lo es para todos: para ciudadanos, empresas y gobiernos. Pero también es una enorme oportunidad de desarrollo y de generación de riqueza cultural y económica que no debemos dejar pasar, empezando desde la educación y alcanzando a los puestos de trabajo. Tenemos mucho por hacer.