El confinamiento ha demostrado a las empresas que la productividad es posible sin necesidad de imponer un yugo al empleado. La tecnología ha jugado aquí un papel determinante, “ha servido para impulsar la innovación en aquellos sectores que han necesitado transformar la manera en la que ofrecen sus servicios. Desde el pequeño comercio que ha visto en la digitalización la forma de continuar llegando a sus clientes, hasta servicios relacionados con la salud como la psicología o la fisioterapia, que ha podido mantener sesiones con sus pacientes a través de videoconferencias”, explica Antonio Cruz, director de la Unidad de Negocio de Modern Workplace.
Raul López, Director de Desarrollo de Negocio en Seidor, apunta en este sentido que la ausencia de recursos y de cultura en la mayor parte de las empresas españolas ha hecho que muchas decisiones tomadas hayan sido más tácticas que estratégicas. “Para mí, podríamos resumirlas en dos grandes bloques: técnicas y culturales”. En primer lugar, tienen que ver con la ausencia de medios técnicos o la planificación de la dotación de estos mismos. “No es suficiente con asignar un portátil a un trabajador, en muchos casos, en función del perfil o del rol dentro de una organización puede necesitar más que eso”, aduce. En la parte cultural, entrarían conceptos como la gestión del cambio (y su resistencia) y la formación continua, que se han obviado por muchas compañías al intentar trasladar directamente la forma de trabajar desde la oficina al teletrabajo.
Las compañías se empeñan en dotar de herramientas de control del trabajo midiendo tiempos o uso de aplicaciones a sus teletrabajadores cuando sería mucho más efectivo cambiar esos KPI y adaptarlos a la realidad del teletrabajo
“De hecho, estamos viendo como las compañías se empeñan en dotar de herramientas de control del trabajo midiendo tiempos o uso de aplicaciones a sus teletrabajadores cuando sería mucho más efectivo cambiar esos KPI y adaptarlos a la realidad del teletrabajo”, argumenta López.
Pero, ¿cómo es posible incentivar la productividad en un ámbito tan heterogéneo? Según Antonio Cruz, el cloud es el catalizador que democratiza el acceso a las herramientas que permiten a las empresas innovar y gestionar su día a día con independencia de su tamaño. “En el último año hemos experimentado un crecimiento de la demanda tanto de nuestras plataformas cloud, como Azure, así como de herramientas de colaboración y productividad, como es Microsoft 365”.
El experto de Seidor considera que hay un exceso de “reporting” así como una sobresaturación de reuniones virtuales. Trabajar en entornos colaborativos virtuales requiere de una serie de capacidades concretas en cada contexto y para cada rol, así como herramientas concretas para cada función, hay métodos de colaboración síncronos y asíncronos, y cada uno es eficiente en un contexto. En esto último existe una brecha cada vez más clara entre compañías con culturas más lean y enfocadas a resultados y compañías demasiado enfocadas a la explotación tradicional. “A esto hay que sumarle la disrupción tecnológica a la que estamos asistiendo y que quizá, en muchos casos, no somos conscientes”, concluye Raúl López.