Aunque la ralentización de las telecomunicaciones afectará a la inversión en infraestructura, el despliegue de la 2,5 y 3ª generación de telefonía móvil servirá para mantener vivo el mercado. Así, para finales de año está previsto que la inversión alcance los 99.400 millones de dólares (17,8 billones de pesetas y 109.400 millones de euros), mientras que para 2004 el gasto ascenderá hasta los 120.200 millones de dólares (21,6 billones de pesetas y 132.000 millones de euros), incluyendo en este apartado tecnologías GSM, GPRS y WCDMA.
Será a partir del año 2006 cuando la inversión comenzará a declinar hasta situarse en 114.600 millones de dólares (20,6 billones de pesetas y 124.200 millones de euros), según un informe realizado por The Yankee Group a nivel mundial.
La consultora espera que la proporción de gasto asociado con la capa electrónica de las redes se incremente desde aproximadamente el 53 por ciento del presente año hasta el 63 por ciento dentro de cuatro años, como consecuencia del despliegue de infraestructura de 2,5 y 3G en sus redes existentes.
Últimamente ha existido una gran especulación referida a los costes de la implantación de las nuevas redes de 2,5 y 3 Generación. Es evidente que va a ser un proceso que requerirá una elevada inversión, particularmente por parte de aquellos operadores que están abordando la transición entre tecnologías genéricas, señala Phil Marshall, analista de Yankee Group.
Sin embargo, ante el hecho de que las tecnologías de segunda generación estén a punto de quedar obsoletas y la promesa de servicios de nueva generación, los operadores no pueden evitar abordar esos costes sin pensar antes el riesgo de perder cuota de mercado en esas áreas. Por eso, según la consultora, los gastos en la futura 2,5G y 3G no serán tan elevados, ni de una forma tan brusca, como en un principio estimaban los propios fabricantes.
