Las telcos se enfrentan a la tormenta perfecta

Jaime PLa es director de suop.es.

Publicado el 03 Jul 2014

Jaime Pla

El sabio refranero dice que “no hay mal que cien años dure” y hoy casi nada dura, simplemente desaparece o se transforma. En los últimos diez años las telecomunicaciones han experimentado más cambios que en los cien anteriores y todo parece indicar que no habrá paz para los operadores, abocados a una tormenta perfecta de la que no sabemos si saldrán bien parados.

Una tormenta que es el resultados de la concurrencia de diferentes factores que modifican un modelo de mercado que los grandes operadores han tratado de fijar sin éxito. Factores como la emergencia de las redes sociales como nuevo ecosistema de interacción de los usuarios y la aparición de operadores OTT -WhatsApp en el referente- que están derribando sus modelos de negocio tradicionales, disminuyendo drásticamente los ingresos por voz y SMS.

Pero hay más, mucho más. Skype es ya el mayor carrier internacional de voz y aparecen aplicaciones de VoIP que amenazan otros escenarios de tráfico. Un tráfico que, en datos, tiene un crecimiento exponencial que no acaba de compensar la pérdida de ingresos de los operadores. En paralelo, Google y Apple aparecen en escena como dos gigantescos nubarrones que llevan un
importante pedazo del pastel con sus modelos basados en Appstore y Googleplay.

La democratización del smartphone, verdadero caballo de troya que acoge a la competencia más disruptiva, es otro facilitador de la tormenta, que en el caso de España tiene ya una penetración superior al 66%, la más elevada de Europa. Un mercado que se acelera por momentos con la llegada de nuevos fabricantes y la reducción del precio medio de los dispositivos, que hace que el modelo de subsidio ya no sea sostenible para retener a los clientes. Por si fuera poco, los operadores deben abordar grandes inversiones para desplegar las nuevas redes de telecomunicaciones fijas (FTTH) y móviles (4G) necesarias para soportar el tráfico y servicios del futuro.

Más que un paraguas
Para tamaña tormenta hace falta mucho más que un paraguas. En el ámbito corporativo de las operadoras, la consolidación aparece como inevitable para resultar más eficientes. Así lo han entendido Orange y DT en UK, formando EE, ePLUS y O2 en Alemania, Hutchingson y Orange en Austria… Se reexplorarán también viejas prácticas como el lobby y el proteccionismo y el primer ejemplo lo encontramos en Francia y en la Unión Europea con Google. Para mejorar los márgenes, se aprovecharán las nuevas tecnologías para incrementar los ingresos. El 4G será más caro que el 3G porque es más rápido y lo mismo sucederá con la FTTH.

La lucha con los OTT también se abrirá en otro frente. Los operadores se han dado cuenta de que es más barato
crear un ecosistema de start-ups y controlarlo desde el principio que adquirir los nuevos negocios que pueden resultar una amenaza. Un ejemplo es el de Telefónica y Wayra y sus compras de Tuenti (red social) o Jajah
(servicios de Voip). Los operadores también se harán fuertes en los nichos en los que los OTT no pueden entrar como M2M. Es evidente que las grandes operadoras tratarán de defender sus ‘privilegios’ pero no será suficiente a medio y largo plazo. Además, Mackinsey anticipa un darwinismno digital entre las operadoras que las llevará a la selección natural de “los mejores”.

Adaptarse al cambio
Hay que ir al fondo de la cuestión, incluso más allá. Hay un cambio que tienen que entender los operadores
de telecomunicaciones, que también les afecta y que, casualmente, ha sido en parte provocado por ellos. Este cambio, radical, es el experimentado en la forma de comunicarse de las personas y de interactuar con las empresas. Internet y las redes sociales han posibilitado una revolución que, según Philip Kotler, gurú del Marketing 3.0, pone su foco en la persona y en sus valores y uno de estos valores es la creatividad. Una
creatividad que, a través de las redes sociales, involucrará a los clientes en las decisiones y actividades de sus marcas favoritas.

Las grandes operadoras se enfrentan a un reto doble. No basta sólo con luchar contra los elementos, deben ser capaces de entender lo que está ocurriendo, los cambios acelerados de una vida cada día más digital y más ubicua. El futuro está aquí, pero ellas siguen ancladas en el pasado.

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Redacción

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