Nuestra privacidad y el manejo de nuestros datos por las compañías son los temas que cada día más nos preocupan. Tras descargar una aplicación, más del 90% de los usuarios aceptan las condiciones de uso sin apenas leerlas. En muchos casos se limitan al acceso de micrófono o cámara mientras se usa la aplicación, pero en plataformas de mensajería la cosa cambia con el acceso a conversaciones privadas y al mayor uso de datos.
Las políticas de privacidad suelen ir al límite de la legalidad. WhatsApp, por ejemplo, actualizaba su política de privacidad para decir que la empresa matriz – es decir, Facebook – tendría acceso a los números de teléfono de los usuarios y otros datos privados. Los usuarios protestaron, pero se mantuvo una política que muchos auguraron un mal desenlace. No se alejaron de la realidad: WhatsApp recibiría una multa por incumplimiento de la Ley de Protección de Datos con la privacidad de los usuarios, compartiendo sus datos sin consentimiento.
Según el informe, la compañía recopilaba toda la información personal de los usuarios, recogiendo datos y posteriormente vendiéndolos a empresas publicitarias con el fin de ofrecer anuncios personalizados. El problema es que el rastreo a los usuarios se realizaba sin el consentimiento de estos.
Las políticas de privacidad suelen ir al límite de la legalidad
Respecto al envío de mensajes, a pesar de que la recuperación de chats es aplaudida por la mayoría, muchos desconocen que todos los mensajes enviados son almacenados por la propia compañía y que llegan a dejar un rastro por el cual es posible recuperarlos incluso después de borrados.
Estos problemas se multiplican cuando son utilizadas por profesionales, organismos públicos o entidades privadas en forma de los famosos grupos y listas de difusión. No solo las conversaciones pasan a ser prácticamente públicas, sino que todos los participantes tienen acceso a los números de teléfono del resto de usuarios.
Aplicaciones como Telegram o Line sí permiten un chat sin que los integrantes conozcan otros números de teléfono y con un cifrado de mensajes más robusto almacenado en sus servidores, pero este solo se aplica en los chats secretos. Uno de los casos más sonados de este problema fue la multa a una madre por calumniar a una profesora en un grupo de WhatsApp de padres.
¿Cuál es entonces la solución a este problema? Los expertos consideran que pasa por la especialización, además de elegir aplicaciones que cumplan la Ley Oficial de Protección de Datos (LOPD). Edelmiro Justo, director adjunto de TokApp, una plataforma de comunicación entre entidades y sus usuarios, explica: “En la mayoría de aplicaciones de mensajería, como WhatsApp y Telegram, desconocemos qué se hace exactamente con nuestros datos y cómo se gestiona nuestra información. Especial interés debemos poner en este asunto pues los datos son el petróleo del futuro”.