“La no portabilidad de los números de teléfono frena la extensión de la VoIP”

Brian Subirana, profesor del IESE, y Laila Colomé, asistente de investigación del e-business Center PwC&IESE.

Publicado el 06 Jul 2006

La VozIP suma más de un millón de nuevos usuarios por semana, un ritmo importante pero más lento del esperado. La tecnología está disponible en el mercado desde hace años pero la oferta no eclosiona, en consonancia con una demanda centrada en las grandes empresas y los usuarios residenciales que se comunican por voz mediante el ordenador. Aunque las conexiones de banda ancha se han disparado, el uso de comunicaciones de voz que emplean VozIP sigue siendo ínfimo en comparación con las que usan tecnología analógica.

Esta situación puede cambiar pronto. Los actores de este mercado esperan que a finales de este año y en 2007 las operadoras tradicionales den a conocer sus primeras ofertas de VoIP para el mercado residencial. Probablemente con paquetes que agruparán el acceso de banda ancha y los servicios de televisión por Internet, como las que anuncian France Telecom y Jazztel o la de Telefónica, inicialmente limitada a sus empleados. La operadora de cable vasca Euskaltel ya ofrece a sus clientes de banda ancha una segunda línea de teléfono de VoIP, que se suma a la línea analógica. De esta forma, los abonados disponen de una segunda línea con terminal propio (sin necesidad de tener conectado el ordenador), por ejemplo para que los niños no ocupen el teléfono principal, para teletrabajo o para llamadas de larga distancia.

Si estos servicios se extienden, Telefónica se verá obligada a replicar, creando de esta forma las condiciones para que la masificación de la VoIP se haga realidad. Sería un proceso similar al del ADSL y la telefonía 3G, que sólo se impusieron cuando los actores dominantes apostaron seriamente por ellas.

Las grandes operadoras no niegan las ventajas de la VoIP, sobre todo combinada con acceso inalámbrico vía “WiFi”, pero afirman que se trata de una tecnología inmadura, incapaz de ofrecer las debidas garantías. En realidad no ven lo que pueden ganar ofreciéndola a los usuarios domésticos, ya que la tarifa plana de conexión a la red elimina el pago de cada llamada, y carece de límites de tiempo y distancia. Para no dar facilidades a sus rivales, las ofertas de VoIP de las grandes operadoras tienen que resultar más económicas así que, al revés de lo que sucede con la televisión por Internet, la VoIP no les garantizará un aumento de ingresos por usuario. En consecuencia, temen que la nueva tecnología canibalice sus ingresos por llamadas analógicas.

Pero a medida que el tiempo pasa, los usuarios se van familiarizando con soluciones de software, como la de Skype. Aunque su cuota de mercado ya no es la de 2004, cuando esta compañía pionera controlaba prácticamente el 90 por ciento de la VoIP en Europa, el número de sus usuarios continúa creciendo a gran velocidad. En cuanto a las grandes empresas, reciben constantes ofertas de los fabricantes de gama alta de soluciones de telefonía IP, que en el tráfico de las llamadas de larga distancia se ha impuesto plenamente. A ello se suma el creciente interés de las empresas pequeñas y medianas, que esperan que esta tecnología les ayude a bajar los costes de las llamadas y evitarse así la compra o alquiler de las viejas centralitas convencionales, que la VoIP hace innecesarias.

Las nuevas centralitas de software, que se pueden autogestionar de forma remota con un navegador web, son más económicas y funcionales. Permiten redirigir las llamadas gratuitas a los portátiles de los empleados, unificar los buzones de correo electrónico y de voz, generar automáticamente llamadas desde la agenda de direcciones.

Sin embargo, la VoIP no se masificará en España hasta que no supere algunas de sus limitaciones. Así lo creen los actores que provienen del mundo de Internet, que consideran que al apostar por una actividad regulatoria mínima en este campo, la CMT y el ministerio no han contribuido como debieran a la implantación masiva de la VoIP. Estas nuevas compañías consideran que la previsible próxima entrada de las grandes operadoras obligará a la Administración a encarar las asignaturas pendientes, en especial el de la portabilidad de la numeración de la VoIP. Rechazan la solución basada en los números 51 (arbitrada por la Secretaría de Telecomunicaciones el pasado mes de septiembre y que todavía no está operativa) ya que consideran que no soluciona el problema de fondo: el número de teléfono no debe vincularse ni a la operadora ni al tipo de tecnología que elija el abonado.

Esta propuesta, que guarda similitudes con el concepto de portabilidad de los números de los móviles, que pese a las resistencias terminó por imponerse, parece coincidir con una reciente decisión de la Ofcom (Oficina de Comunicaciones). Esta organización británica, equivalente de la CMT española, está haciendo una consulta pública para buscar una solución que haga posible que el abonado que desee utilizar VoIP no se vea obligado a cambiar de número de teléfono.

Es posible que la eclosión de la VoIP permita a las grandes operadoras hacerse con `la parte del león´ de este mercado, especialmente en segmento de los usuarios domésticos.
Pero al estimular la demanda general de telefonía IP, se abrirán nuevas oportunidades para los proveedores de banda ancha con proyectos de VoIP para pequeñas empresas y profesionales. También se beneficiarán las operadoras de ámbito regional y los desarrolladores españoles pioneros, como Voz Telecom, People Call o Adiptel, por ejemplo.

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Redacción Computing

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