Han sido cinco meses de tira y afloja, cinco meses sin tiempo para respirar. De un lado, una compañía ansiosa de captar el negocio de su competidor y fusionarse para salir a flote en un mercado decadente como el de la impresión. De otro, la líder del mercado PC y de las impresoras, importante player en impresión 3D…
Todo aparentaba ser un otoño plácido, mientras que se fraguaba una operación de asalto a la que no resultaba fácil darle crédito. Parecía inaudito que una organización de menor entidad se atreviese a lanzar tal órdago. El pez chico trataba de comerse al grande, pero ¿corría el riesgo de atragantarse? En esos momentos, el valor de mercado de HP era de unos 27.000 millones de dólares, mientras que Xerox solo ‘valía’ 8.000 millones. Además, muchos analistas cuestionaron cómo Xerox, que había terminado el trimestre anterior con solo 2.700 millones de dólares en efectivo y equivalentes, podría asegurar la financiación para mantener su oferta inicial de 33.000 millones de dólares.
Desde el principio, HP consideró insuficiente esta oferta que se traducía en 22 dólares por acción, incluyendo 17 dólares en efectivo y 0,137 acciones de Xerox por cada acción de HP. La rechazó de plano afirmando que infravaloraba la compañía y no era en el mejor interés de sus accionistas. También acusó al inversor activista Carl Icahn, que posee una participación más grande en Xerox que en HP, de diseñar el acuerdo para su propio beneficio.
Los pretendientes tenían su dote asegurada, Xerox anunció en enero que había conseguido 24.000 millones de dólares en fondos de Citi, Mizuho y Bank of America, lo que le daría suficiente liquidez para cumplir con la parte en efectivo de la oferta. Pero esta jugada aumentaría significativamente la deuda a largo plazo de Xerox, “que pese haberla reducido un 24% durante el año, se situaba en los 3.200 millones”, como alegó Leo Sun, un influyente accionista de HP que se mostró muy crítico con la OPA y que terminó desprendiéndose de sus acciones.
Los pretendientes tenían su dote asegurada, Xerox anunció en enero que había conseguido 24.000 millones de dólares en fondos de Citi, Mizuho y Bank of America
Así argumentaba: “Es probable que muchos inversores de HP, incluido yo mismo, favorezcamos una oferta en efectivo en torno a los 20 dólares sin ninguna acción de Xerox. Sin embargo, las finanzas de Xerox sugieren que no puede permitirse aumentar significativamente la parte en efectivo de su oferta y que todas las ofertas futuras podrían financiarse en las acciones de Xerox”. Y auguraba: “Como resultado, la oferta pública de Xerox, que requiere que el 80% de los inversores de HP liciten sus acciones, probablemente fracasará”.
Aunque el negocio PC de HP se mantenía estable favorecido por la actualización de Windows 10 y por una demanda aceptable de equipos 2 en 1 y de gaming PC, la situación del mercado de impresión se estaba agravando, con una caída del 6% en el último trimestre de 2019 y, especialmente, del 9% en la venta de impresoras debido al recorte de los presupuestos de las compañías y al alargamiento de los ciclos de actualización de equipamiento. Otro revés vino de los ingresos de suministros de impresión, un segmento que da mayor margen, pero que se deslizó un 7% por el desgaste de los competidores genéricos, más baratos y atractivos para el consumidor. En consecuencia, el área de impresión que representa el 59% de su negocio, cayó un 8%. La firma que dirige el español Enrique Lores tiene en marcha un programa de suscripción de Instant Ink (entrega de cartuchos bajo cuota mensual) con el que espera revertir la situación.
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Icahn, sale a escena
Pero a Xerox todos estos inconvenientes no le arredraban, sino todo lo contrario, convencida de que la compañía combinada generaría al menos 2.000 millones de dólares en sinergias en los primeros 24 meses y que la fusión de los dos negocios de impresión darían como resultado “un jugador formidable” a través de “economías de escala”. Pero, claro, endosando una deuda superior a los 30.000 millones de dólares. Y para más inri, los analistas esperan que el negocio de Xerox caiga un 4% a finales de año. Por tanto, fusionar dos negocios que van a la baja resultaría, cuando menos, “arriesgado”.
Y Xerox, erre que erre, con John Visentin lanzando andanadas a la dirección de HP y con Icahn tratando de convencer a los accionistas con una misiva persuasiva y promesas de rentabilidad y de crecimiento futuro. La oferta subió en enero hasta los 35.000 millones y, en último término, se fijó en 36.500 millones. Como moraleja, no fueron accionistas, ni directivos agresivos los que escribieron el último capítulo del culebrón, sino la pandemia de coronavirus, como un telón oscuro que ha frustrado cualquier posibilidad de seguir adelante con esta aventura.
John Visentin, CEO de Xerox
Cabeza visible del acoso a HP. Se mostró siempre muy agresivo en sus comunicados para tratar de doblegar la voluntad de su competidor y ganarse a los principales accionistas de HP. No dudó de acusar a HP de “enturbiar la operación” y amenazó con cambiar todo su comité de dirección para dejarle inerme ante la OPA hostil.
Enrique Lores, CEO de HP
A las primeras de cambio de su mandato, Lores tuvo que afrontar una reestructuración global y aguantar el duro pulso con John Visentin. HP decidió subirle las condiciones de su contrato para blindarle en caso de que Xerox consiguiera su objetivo. El español jugó con la posibilidad de lanzar una contraoferta para tratar de cambiar el signo de la partida.
Carl Icahn, inversor activista
Un millonario octogenario con un largo historial de luchas por el poder, tuvo una disputa con Michael Dell allá por su privatización en 2013. Accionista tanto de Xerox (10,85%) y HP (4,24%), fue el principal instigador, acostumbrado a decidir los destinos de las empresas. Consiguió apoyos financieros para hacerse con la liquidez necesaria; se le acusó de que podía generar una deuda insostenible.