Por un lado, empieza a cundir un afán por la renovación, de catarsis y purificación, una ruptura con el pasado que nos impele a afrontar nuevos retos con ilusión. De ahí que se pongan en marcha propósitos para el año nuevo tanto de carácter personal como profesional, en los que la mejora y el progreso son los principales incitadores.
Pero al tiempo, cierto temor a lo desconocido parece asomar ante nuestros ojos, un miedo irracional al cambio, a que se produzca un giro inesperado y nos arroje fuera del camino.
Si algo nos ha enseñado esta crisis con la que vivimos ya como si fuera de la familia, es acatar la incertidumbre como billete de viaje. Y ello es positivo pues aleja de nuestra mente el fantasma de la hecatombe y ruina final. Así parece que el sector TIC ya está abandonando el pozo de la desesperación. Los proveedores se muestran optimistas en sus expectativas de negocio y algunas están cosechando éxitos que se pueden considerar inesperados. Es el caso de Software AG que acaba de anunciar sus resultados preliminares que sitúa a la firma alemana como una compañía del billón de euros como prometió su CEO Karl-Heinz Streibich hace tres años.
Otro dato que anima al optimismo viene de la mano de Gartner y Forrester que apuntan crecimientos del 5,1 y 7,1 respectivamente de las compras de Tecnologías de la Información, ligeramente por encima de 2009. Pero lo interesante es que Europa parece despertar del letargo y será el continente que más inversión realice en TI. Noticias que nos animan a pensar que 2011 será un año sin sobresaltos.