Los ecos de las pasadas elecciones flotan en un ambiente cargado de incertidumbres. Mis dudas surgen al intentar vislumbrar aquellas propuestas que el ejecutivo en cuestión lleve finalmente a la práctica. Digo esto porque la innovación y el desarrollo de las tecnologías han sido puestos de forma habitual en la trastienda por parte de nuestros políticos.
Ahora llega el momento de Pedro Sánchez. Sinceramente, no creo que el cambio sea sustancial en la materia que nos ocupa, nunca lo ha sido, gobierne quien gobierne. Encima de la mesa el PSOE propone establecer una Estrategia Emprendedora y para la Promoción de Startups, elaborar una Estrategia Española de inteligencia artificial, basar en la nube sus soluciones para las AAPP; menciona la supercomputación, IoT, 5G, big data… todo parecen buenas palabras e intenciones. De hecho, hasta impulsar la receta electrónica y la historia clínica digital, o favorecer económicamente a las pymes en su ayuda para innovar…
También habla de destinar un 2,5% de los Presupuestos Generales del Estado a I+D+i para llegar a la media europea -una inversión del 2,07% del PIB-. Si se cumplen las medidas puestas sobre la mesa, en cuatro años daremos un salto tecnológico e innovador sin precedentes. La cuestión es que, en innovación, en los últimos diez años nunca se ha alcanzado el total de las partidas presupuestadas; en 2018, sobre el 50%.
¿Por qué va a cambiar esta tendencia? Yo desconfío de ello. Los buenos propósitos relacionados con la innovación y las TIC no tienen un impacto mediático, no ganan votos ni adeptos. Lo digital suena bien, pero se olvida rápido. Y el problema además es que el vacío que supone no contar con un Proyecto Digital global lo sufrimos todos; aunque eso sí, tranquilos, en cuatro años volveremos a oír loas sobre nuevas inversiones o quizás, con suerte, el tren de la digitalización termine antes pasándonos por encima.
