La primera de ellas corresponde a los servicios dinámicos. Ya que nada es indiferente al paso del tiempo, necesitamos disponer de unas infraestructuras tecnológicas que se adapten continuamente a las necesidades de los clientes, a nuestro ritmo de vida y a nuestra actual forma de entender los negocios. En un futuro a medio o largo plazo no toleraremos que existan unas estructuras rígidas que nos impidan adaptarnos a cualquier circunstancia, ya que lo que hoy deseamos tener, es muy posible que mañana no.
En segundo lugar nos encontramos con la movilidad, una gran tendencia que describe muy bien nuestro entorno, ya que hoy estamos en Madrid, mañana en Barcelona y pasado, quizás, en otro país. Hay estudios que determinan que a finales del año 2012, principios de 2013, aproximadamente mil millones de personas trabajarán desde sus casas o desde cualquier otro lugar, pero fuera o lejos de los ambientes laborales que estamos acostumbrados a ver. Gracias a las nuevas tecnologías como los móviles o los ordenadores ligeros se podrán cubrir todas las necesidades de comunicación para superar satisfactoriamente esta movilidad, de manera que podamos sentir que trabajamos en un entorno seguro independientemente de donde nos encontremos.
La colaboración es la tercera de las grandes directrices y no sólo ha de darse dentro de la empresa, sino que debe ir más allá de nuestras fronteras para dar respuesta y adaptarse a la creciente globalización. Las redes sociales son un ejemplo claro que indican hacia dónde nos dirigimos. Si podemos echar una carrera de motos, jugar al trivial, hablar o vernos a través de la red con amigos, familiares o incluso desconocidos que están en la otra punta del mundo, ¿cómo no vamos a ser capaces de trabajar, colaborar y buscar el conocimiento juntos allí donde se encuentre?
Ante esta situación actual marcada por los principios de colaboración y movilidad, la seguridad pasa a ser algo vital. Trabajar en un lugar donde reine la confianza y donde esté totalmente garantizada tanto la protección como la recuperación de datos y la accesibilidad esté controlada en todo momento, será una situación necesaria en esta sociedad cada vez más virtual. Los entornos de cloud computing, por ejemplo, se plantean hoy en día como privados, pero en el futuro es posible que acaben siendo públicos y sólo serán posibles sobre soportes extremos de seguridad.
La última y quinta tendencia que encontramos es la de la sostenibilidad y la responsabilidad corporativa, donde la tecnología jugará un papel protagonista. Tenemos que ser conscientes de que las soluciones verdes TIC también ofrecen posibilidades económicas que nos pueden ayudar a reducir costes. El sector tecnológico, uno de los de mayor consumo de CO2, tendrá que buscar fórmulas básicas para reducir energía y emisiones, de manera que ayuden a respetar el medio ambiente y colaboren a la hora de crear un mundo más responsable y sostenible.
Es cierto que nadie puede definir a ciencia cierta cómo será nuestro futuro, pero entre todos tenemos que conseguir que sea mucho más dinámico, colaborativo, móvil, seguro y, por supuesto, responsable.