Trump está de moda. Y si trae de cabeza a gran parte de la sociedad tanto estadounidense como de fuera de sus fronteras, no es menos cierto que al mismo sector tecnológico le tiene entre la espada y la pared. Y hablamos ni más ni menos que de algunas de las mayores empresas del mundo por su capitalización bursátil, como son Apple, Google, Microsoft, Amazon o Facebook.
Las amenazas del mandatario hacia estas compañías se han basado en la necesidad de hacer patria y cerrar fronteras a su alrededor, ‘invitándolas’ a generar mayor riqueza interna y puestos de trabajo. Ya dio un primer aviso en diciembre en una reunión con sus dirigentes y otros de firmas como Cisco, Intel e IBM. Apple y la propia IBM se apresuraron a anunciar la creación de 30.000 y 25.000 puestos de trabajo, respectivamente; la primera de ellas al llevar a EEUU la fabricación de pantallas para iPhone junto con su socio Foxconn. Pueden ser entendible sus demandas para hacer que las tecnólogas inviertan en mayor medida en el país norteamericano, pero no justificables sus amenazas en un mundo globalizado. En España sin ir más lejos estamos acostumbrados a acoger a multinacionales con centros de excelencia o de fabricación, lo que nos otorga más empleo y capacidad productiva.
La sinrazón de Trump es un hecho; es como si se vetara en cualquier país la compra de iPhones o la contratación de sistemas IBM o de Oracle en favor de productos locales. Las fronteras están desapareciendo y Google y Facebook han contribuido a ello. Y hay quien todavía no se ha dado cuenta. De hecho, el presidente va más allá y ha lanzado una ofensiva contra la inmigración y, en particular, aquellos provenientes de determinados países, marcados por su raza o creencias…, otro paso más hacia el auténtico disparate. El caso es que también afecta directamente a las firmas tecnológicas, quienes acogen a cientos de estas personas en sus plantillas, lo que las ha obligado a dar un paso al frente y negarse a posibles deportaciones de sus empleados.
Tim Cook, CEO de Apple, declaraba que “Apple no existiría sin inmigración”, en tanto que Mark Zuckerberg afirmaba “estar preocupado por el impacto de las recientes órdenes ejecutivas firmadas por el presidente Trump”. El pulso entre las dos partes está servido.