El futuro del trabajo afronta un escenario caracterizado por una elevada volatilidad, con empleados que ahora operan de forma dispersa. Y es que la pandemia, indudablemente, ha traído consigo una revolución híbrida que parece asentarse con carácter permanente.
Las empresas, por su parte, se enfrentan al desafío de evolucionar al smart work, un concepto que implica, por un lado, optimizar los procesos empresariales mediante el uso de la tecnología, y por otro, abrirse camino hacia un modelo human-centric en el que las personas se convierten en un recurso autónomo que trabaja en la consecución de unos objetivos empresariales, independientemente del lugar donde trabaje.
En busca de una mayor productividad y una mejora de la experiencia de empleado, no resulta nada extraño que la transformación del puesto de trabajo se haya convertido en una de las principales preocupaciones de las empresas y organizaciones españolas. De hecho, este año, y conforme a estimaciones de IDC, el 30% de los trabajadores serán trabajadores en movilidad que no volverán a la oficina de la manera habitual que conocíamos antes de marzo de 2020, lo que hace necesario un nuevo entorno organizativo y tecnología habilitadora para el nuevo espacio de trabajo.
Volver al modelo que imperaba antes de la pandemia no parece muy realista. La resiliencia y competitividad de las organizaciones pasa indiscutiblemente por incluir en su estrategia un modelo híbrido de trabajo que ha de venir acompañado de tecnología, cambio cultural y nuevas competencias digitales.
Las empresas, necesariamente, han de adoptar tecnologías habilitadoras del smart work que nos proporcionen flexibilidad, seguridad y escalabilidad para mejorar nuestra capacidad de adaptación. Es por ello por lo que, en Kyocera, ponemos la tecnología al servicio de las empresas y organizaciones a través de un completo portfolio de soluciones orientadas a empoderar al nuevo empleado digital, y a optimizar y eficientar los procesos del back office.
Pero la tecnología no puede ser un fin en sí mismo, la transformación del puesto de trabajo no consiste únicamente en abrazar nuevas tecnologías, sino en alinear objetivos empresariales con estrategia de transformación, lo que implica optimizar procesos de negocio para ser más eficientes y posteriormente integrar la tecnología en todas las áreas de negocio, cambiando nuestra forma de operar para aportar valor al cliente.
Nuevas competencias digitales
Hacer más competitiva nuestra empresa supone también un cambio cultural. La repetición de conductas y acciones guiadas siempre por valores y propósitos corporativos son la llave para impulsar un cambio de mentalidad. Después vendrá el cambio en los procesos y luego las herramientas tecnológicas. La estrategia debe ir siempre por delante de la tecnología y no al contrario.
Una organización ágil es aquella capaz de generar inteligencia colectiva, algo que solo es posible por medio de una cultura corporativa que insista en el aprendizaje continuo
Pero, sin duda, el futuro de las organizaciones depende del desarrollo de nuevas competencias digitales del empleado y de nuestra capacidad de aprendizaje continuo. Una organización ágil es aquella capaz de generar inteligencia colectiva, algo que solo es posible por medio de una cultura corporativa que insista en el aprendizaje continuo y en herramientas tecnológicas que permitan compartir el conocimiento y la colaboración entre sus empleados.
Las empresas tenemos en nuestras manos una oportunidad de oro para definir cómo queremos que sea nuestra forma de trabajar en el futuro y crear un impacto positivo en el negocio y el mundo en el que vivimos.
