La Administración… sin papeles

Llevamos ya meses observando la sinrazón de la clase política, más pendiente de salvar sus muebles que de lo que de verdad importa, el ciudadano. No por manido el tema hay que obviar esta realidad, como tampoco la escasa, por no decir nula, evolución de la gestión tecnológica de la administración pública. En este caso los responsables de los procesos y de las organizaciones deberían liderar el cambio, pero su incapacidad limita cualquier decisión dejando al departamento TIC con las manos atadas. A estas alturas se sigue considerando la tecnología como un simple gasto y no como una inversión y la rigidez es extrema si atendemos a los modelos de contratación que continúan en vigor; no son de recibo los criterios establecidos de cambio de proveedor, presididos en su mayoría por el componente precio, lo que dificulta la estabilidad de los proyectos y afecta a la calidad de los mismos. La clase dirigente no entiende de todo esto. Como especifica un alto directivo de Tecnología: “conservamos un modelo presupuestario y herramientas de gestión de hace 30 años”. Mucha razón tiene. La transformación digital parece algo colateral en el sector público y cada vez más se aleja de las mejoras que se producen en el ámbito privado; apenas algunos organismos han tenido autoridad y habilidad para salirse del guion, léase como ejemplo la Seguridad Social o la Agencia Tributaria. Y para terminar, tenemos un CIO global en la Administración que no termina de coger el toro por los cuernos, sin un mensaje que defina los pasos adecuados a dar que posibiliten esos procesos tan necesarios de transformación.