En los últimos meses, la inflación en España ha sido un desafío para las empresas. En agosto de 2024, se registró un 2,3%, cinco décimas menos que en julio, pero aún por encima de la media de la eurozona (2,6%) y de países vecinos como Italia (1,6%) y Alemania (2,6%), según datos de Eurostat. Esta situación perjudica a las compañías, que necesitan adaptar sus operaciones para preservar su competitividad y estabilidad financiera.
El aumento de los precios ha causado un desgaste significativo en los márgenes de beneficio, dificultando que las empresas puedan trasladar estos costes adicionales a los precios finales sin comprometer su rentabilidad. Además, factores externos como las interrupciones en la cadena de suministro, las tensiones geopolíticas y las políticas monetarias expansivas agravan aún más la situación.
Entre los sectores más golpeados se encuentran aquellos con alta dependencia energética, como la industria manufacturera, logística y transporte, así como el sector agroalimentario, que no solo acusa el encarecimiento de la energía, sino también de las materias primas. La hostelería y el turismo, pilares de la economía española, también se han visto afectados.
El incremento de los precios ha impactado tanto en los costes operativos como en la demanda, al reducir el poder adquisitivo de los consumidores
El incremento de los precios ha impactado tanto en los costes operativos como en la demanda, al reducir el poder adquisitivo de los consumidores. Según la OCDE, aunque los salarios nominales han crecido en España por encima de la inflación en 2023 y principios de 2024, los salarios reales seguían siendo un 2,5% inferiores en el primer trimestre de 2024 respecto al cuarto trimestre de 2019.
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Medidas efectivas para mitigar el impacto de la inflación
Para mitigar el impacto de la inflación, es necesario adoptar un enfoque estratégico y transversal y centrarse en la optimización de sus estructuras de costes, además de adoptar otras medidas tales como:
- Optimización de la cadena de suministro. Mejorar la eficiencia de la cadena de suministro es fundamental. Implementar tecnologías como la gestión de inventarios en tiempo real y diversificar las fuentes de proveedores permite minimizar costes adicionales y garantizar un suministro estable. Esto reduce los riesgos asociados a la inflación y mejora la resiliencia operativa.
- Negociación de precios a largo plazo. Enun contexto donde los precios de las materias primas y productos esenciales tienden a fluctuar, negociar contratos a largo plazo con proveedores es clave para asegurar estabilidad financiera. Estas negociaciones ayudan a evitar cambios bruscos en los costes, brindando mayor certidumbre en la planificación económica de las empresas.
- Innovación. Invertir en la automatización y digitalización de procesos es otra medida eficaz. Estas tecnologías no solo incrementan la eficiencia operativa, sino que también reducen costes laborales. Implementar sistemas de gestión de recursos empresariales (ERP) facilita un mejor control del gasto y una mejor planificación a largo plazo.
- Eficiencia energética. Adoptar prácticas de eficiencia energética y apostar por energías renovables también puede ofrecer oportunidades de ahorro. Al mismo tiempo, es una política de compromiso con la sostenibilidad, algo cada vez más valorado por clientes e inversores.
- Revisión periódica de gastos. Realizar auditorías periódicas permite identificar áreas de mejora. Revisar los contratos con proveedores y reducir gastos no esenciales son acciones claves para mantener la competitividad en tiempos de inflación.
Planificación estratégica para 2025
El éxito en 2025 dependerá de la capacidad de las empresas para diseñar estrategias de compras optimizadas que mitiguen el impacto de la inflación y garanticen una gestión eficiente de los recursos.
