Uno de los aspectos que más impresiona del cambio estructural de nuestra economía, convertida hoy en una de las más exportadoras del conjunto de la UE, es el ritmo de crecimiento de las ventas al exterior, por encima de países como Francia y Reino Unido. Además, si analizamos en profundidad a las empresas que exportan, observamos que no sólo están presentes en aquellas zonas que se consideraban hasta ahora nuestros mercados naturales -entendiendo por naturales aquellos destinos cercanos, como la UE, o los que no presentan la barrera del idioma, como América Latina-, sino que se han lanzado a explorar mercados como China o India. Y además lo están haciendo con éxito.
Los datos del ICEX así lo atestiguan. Si a comienzos de 2007 había unas 4.000 empresas españolas vendiendo sus productos en Oceanía, a día de hoy la cifra se acerca a las 7.000. Y espectacular ha sido también el aumento del número de empresas que han decidido explorar los mercados de Oriente Medio, donde hemos pasado de 10.500 empresas a 16.5000 en estos seis años. Por último, es muy significativo también el incremento experimentado en el comercio con América del Norte, donde en 2007 podíamos encontrar unas 16.500 empresas españolas vendiendo sus productos y a día de hoy son más de 27.500.
Sin embargo, el fenómeno exterior de nuestra economía no se ha quedado sólo ahí. En este tiempo, desde que comenzó la crisis en 2008, el número de firmas españolas que ha optado por la internacionalización mediante la instalación con estructuras propias de producción o representación en los mercados extranjeros ha experimentado un importante incremento. Se calcula que actualmente existen cerca de 5.000 filiales de empresas españolas en el exterior en los sectores de Industria, Construcción, Comercio y otros Servicios, con un volumen de negocio superior a los 200.000 millones de euros.
En los últimos años, impulsadas por la búsqueda de nuevas oportunidades de negocio, muchas empresas, esta vez de tamaño medio, se han sumado a la corriente exterior, reproduciendo una pauta de comportamiento muy parecida a la que tuvo lugar en la década de los 90, entonces protagonizada por las grandes corporaciones cotizadas y especializadas en sectores como la banca, la construcción, la energía o las comunicaciones. Ahora, en esta segunda ola migratoria, nos encontramos con empresas de menor porte, pero que, como aquellas, han visto en el exterior una oportunidad para seguir creciendo.
Para el sector de la consultoría y de la ingeniería, el fenómeno de la internacionalización ha supuesto un importante revulsivo para su crecimiento y expansión. En su movimiento hacia nuevos mercados, las empresas españolas han inducido un efecto de arrastre sobre su ecosistema de proveedores y colaboradores, dando lugar a una suerte de círculo virtuoso de la globalización que permite que el proceso de internacionalización cobre más fuerza y superior calado.
Por lo que se refiere al sector tecnológico, caracterizado por una estructura de mercado con jugadores y fabricantes a escala global, es indudable que se dan todas las circunstancias descritas. Las empresas consultoras, como proveedoras de soluciones que mejoran el control y la eficiencia de sus clientes, han comenzado a salir al exterior para acometer primero proyectos relacionados con esos clientes que han empezado a crear sucursales y filiales por el mundo, si bien, su consolidación en esos mercados, les está permitiendo abrirse camino como un jugador más en los mismos.
Además, en la medida en que poner un pie en un mercado extranjero implica capacidad financiera para acometer el salto y mantener las estructuras periféricas, seremos testigos en adelante de integraciones empresariales que buscan, como principal objetivo, alcanzar sinergias y complementariedades, pero también dotarse del tamaño suficiente y de la musculatura financiera necesaria para acometer con éxito su desarrollo y expansión en nuevos mercados.
A favor de esta internacionalización de las empresas de consultoría en pos de un mercado global juegan algunos factores. Entre ellos, un extraordinario incremento de la demanda de servicios de IT en países emergentes, que se une al extraordinario momento de transformación tecnológica que estamos viviendo (quizás el mayor en los últimos 25 años), con la rápida evolución de soluciones que incorporan funcionalidades de movilidad y redes sociales en un entorno Cloud, convertidos en auténticos aceleradores de mercado.